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lunes, 1 de diciembre de 2014

Estados Unidos, locomotora del mundo

Ignacio de la Torre





“Si Estados Unidos estornuda, el mundo coge un resfriado” escuchaba de niño en un telediario. La conclusión en sentido contrario es que si Estados Unidos se acelera, su moción impulsa el crecimiento del resto del mundo. Esta semana hemos aprendido que la economía de los Estados Unidos crece a un 3,9% en términos anualizados. Observemos las importantes connotaciones que se derivan de dicho crecimiento.
Primero: el consumidor norteamericano representa casi una quinta parte del PIB mundial. Así, si los norteamericanos no compran pantalones porque se han quedado en sus casas por las tormentas de nieve del primer trimestre de 2014, se trata de una mala noticia para el fabricante chino de pantalones, y también para la empresa de maquinaria alemana que exporta a China las piezas necesarias para generar la fabricación de dichas prendas.    
La fortaleza del mercado laboral de los Estados Unidos, ligada a sueldos subiendo al 2% anual, impulsa el consumo, que crece cerca del 4%, o un 2% en términos reales. Dado que el país es el importador por excelencia, la reactivación del comercio mundial es consecuencia directa de la aceleración económica de los Estados Unidos. Así, la Organización Mundial del Comercio estima que el comercio mundial duplicará su crecimiento desde el 2,5% en 2014 (afectado por el inusual primer trimestre de los Estados Unidos) hasta el 5% en 2015. Es buena noticia para los exportadores, y también para la economía mundial.
Dado que el país es el importador por excelencia, la reactivación del comercio mundial es consecuencia directa de la aceleración económica de los Estados Unidos
Segundo: las inversiones norteamericanas crecen con fuerza tras muchos años de atonía. Dicho movimiento es consecuencia directa de la infrainversión vivida en los últimos años, de la fortaleza de la demanda (consumo, que incita a invertir para producir más, ya que se percibe que dicha producción se venderá) y del acceso a la financiación. Las inversiones están correlacionadas con contrataciones, y de ahí se deduce más gente empleada y, por lo tanto, más consumo. Es un círculo virtuoso que acaba redundando positivamente de nuevo hacia el resto del mundo, por las importaciones asociadas a la inversión y al consumo inducido.
Tercero: la política monetaria de la Fed, aunque esté diseñada teniendo primordialmente en cuenta los objetivos de los Estados Unidos (control de precios y creación de empleo), ha sido muy provechosa para una parte relevante del mundo, especialmente Europa, donde la crisis ha resultado mucho más profunda que en los Estados Unidos. El motivo es que los tipos de interés a largo de muchos países están muy correlacionados con los tipos a largo de los Estados Unidos, que a su vez dependen de los tipos a corto (los que mueve la Fed). La Fed iniciará un ciclo de subidas, pero en principio este será muy pausado en el tiempo, es decir, que la política monetaria de los Estados Unidos seguirá favoreciendo la recuperación de la demanda internacional.
Cuarto: como consecuencia de la aceleración económica de los Estados Unidos y del menor crecimiento en el resto del mundo, el dólar continúa su escalada. La consecuencia es un empeoramiento relativo de la capacidad del país para exportar, y por consiguiente, una mayor facilidad para que los exportadores hacia Estados Unidos aumenten su actividad, lo que a su vez aumenta el PIB del resto del mundo.
Analicemos a continuación causas y consecuencias de estos postulados.
Por un lado, Estados Unidos tiene hoy en día un nivel de PIB (ajustado por precios) un 5% superior al que tenía antes de la crisis. La zona euro, con un tamaño de PIB similar (unos 17 billones de dólares), un 2,5% inferior. Además, la economía de los Estados Unidos crece al 4%, y la nuestra al 0,6% en anualizado. ¿Qué estamos haciendo mal? Muchos puntos, pero dos son evidentes: i) en los Estados Unidos la financiación bancaria contribuye al crecimiento, en Europa aún no (lo hará en 2015), por haber mantenido un sistema financiero con relevantes episodios de balances falsos; los norteamericanos recapitalizaron su banca en 2008, y de ahí se deduce que un sistema bancario ha aportado al crecimiento de PIB y, por lo tanto, al empleo (desempleo al 6% vs. 11% en la zona euro). 
Por un lado, Estados Unidos tiene hoy en día un nivel de PIB (ajustado por precios) un 5% superior al que tenía antes de la crisis. La zona euro, con un tamaño de PIB similar (unos 17 billones de dólares), un 2,5% inferior
En la zona euro los bancos presentan activos equivalentes a 3,4 veces nuestro PIB, luego, si hay una crisis bancaria, nos constipamos mucho más, y además el contribuyente tiene que apoquinar mucho más que en los Estados Unidos, donde los bancos representan 0,8 veces el PIB, y ii) el mercado de capitales representa 0,9 veces el PIB en los Estados Unidos. Si se produce una crisis bancaria, las empresas pueden financiarse mediante los mercados de bonos. En Europa esto no ha sido así, y es uno de los motivos por los que nuestra producción y nuestro empleo han sufrido mucho más en términos comparativos. Afortunadamente, está en visos de arreglarse.
Por último, la consecuencia “negativa” de la mejora económica que exponemos en este artículo es que la subida de tipos atraerá capital hacia los Estados Unidos, algo muy preocupante para los países en déficit de cuenta corriente y, por lo tanto, dependientes del capital externo para poder sostener un nivel de PIB. Afortunadamente, la zona euro es exportadora de capital neto (2,5% de PIB, más de 270.000 millones de dólares, posiblemente el mayor nivel de superávit de cuenta corriente de la historia de la humanidad). Sin embargo, otros países con relevantes déficits (Turquía, Sudáfrica, Brasil, Indonesia…) sufrirán… y mucho

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