Ahora ya sabemos lo que nos espera
Este no va a ser año para corazones débiles y el mercado ha tenido el detalle de recordárnoslo desde el inicio.
Me despedía del año deseándoles un feliz y próspero 2016, insistiendo en esto último porque veía perfectamente posible que en 2016 volvieran a acabar en positivo las bolsas europeas -con la posible excepción de la española-, pero advirtiendo de que sería una montaña rusa. Pues ya ven: la primera, en la frente.
Aclaro que sigo pensando que el Eurostoxx 600 puede volver a acabar el año en positivo. De hecho, nos guste o no a los economistas, la realidad es que el motor de la subida bursátil del año pasado ha sido el estímulo monetario del Banco Central Europeo (BCE), y los últimos acontecimientos llevan a más estímulo, no a menos. Mario Draghi debe ser una de las personas más preocupadas con las noticias que llegan sobre debilidades -y devaluaciones- chinas, porque importan deflación.
Pero no nos engañemos: este no va a ser año para corazones débiles y el mercado ha tenido el detalle de recordárnoslo desde el inicio.
Cómo estará la cosa que algo que todo mundo sabe -o debería saber- ha creado este maremágnum. ¿Quién no sabe a estas alturas que la economía China está ralentizando su crecimiento? ¿Quién no sabe que China está devaluando su divisa y que eso es un proceso, no una actuación puntual? Pues, o muchos analistas no se han enterado, o los nervios están a flor de piel. Dado que no me entra en la cabeza lo primero, me quedo con lo segundo. Y hay razones para estar nerviosos.
Curiosamente, lo que si es una novedad –y bastante peligrosa– es el amago que han tenido Irán y Arabia Saudí de dejar de pegarse a través de terceros y llegar directamente a las manos. Ejecutar a un clérigo chiíta en Arabia Saudí es de esas cosas que en aquellos lares provocan una guerra. Pero no. No ha sido eso lo que más ha afectado a los mercados. De hecho, el petróleo solo subió puntualmente para luego seguir con su ya rutinaria caída. En un contexto normal, una cosa así habría cambiado la tendencia del precio del crudo. Pero por el momento los mercados miran más hacia Oriente que hacia Oriente Medio.
La política oscurantista de 'politburó' comunista no funciona en una economía de mercado. Y desde luego no funciona en los propios mercados. Genera dudas
La verdad es que las autoridades chinas se lo han ganado a pulso. La falta de transparencia, la sensación de descontrol e improvisación y una pésima política de comunicación han conseguido que tengan sentido preguntas difíciles. Como, por ejemplo, si el anunciado cambio de modelo de negocio del sector manufacturero hacia el sector servicios y el consumo interno es causa o es efecto. En otras palabras: ¿es un cambio planificado y bien organizado, o es más bien una huida hacia delante tipo “vamos a cambiar de negocio porque si seguimos produciendo nos va a salir la producción por las orejas”?
La política oscurantista de 'politburó' comunista no funciona en una economía de mercado. Y desde luego no funciona en los propios mercados. Se generan dudas, por ejemplo, sobre los verdaderos motivos para introducir ahora su divisa en el mecanismo de cambios internacional, cuando, “casualmente”, lo que va a hacer es bajar, porque cuando una economía va a menos y encima baja sus tipos de interés lo que suele hacer la divisa de ese país es bajar. Así que algunos se plantean que vaya casualidad, que baja justo cuando a China más le interesa exportar (para quitarse de encima exceso de producción)
Probablemente la verdad esté en un punto intermedio, pero lo que han conseguido es que la gente no se fíe un pelo y que lo primero que piensen los inversores si sale un mal dato es que la realidad es mucho peor. A lo mejor no lo es tanto, pero es humano pensar que si te engañan con sus indicadores -y lo hacen- en qué otras cosas te estarán engañando.
A los inversores en el fondo nos da igual si nos engañan o no, porque no nos vamos a arriesgar hasta que no recuperen la credibilidad, tanto la informativa como sobre su control del proceso de aterrizaje económico y sus verdaderas pretensiones cambiarias. En realidad, la bolsa de Shanghái es un casino de pueblo que no refleja la composición de la economía china, pero han conseguido que se convierta en el indicador de la confianza en China y en su política económica. Buen trabajo, sí señor.
Así que abróchense los cinturones -reduzcan riesgo y volatilidad- y esperen a que se apague el piloto -chino- que indique que las turbulencias han pasado
¿Y qué hay que hacer? Pues mantenerse al margen. Especialmente de China y de los países emergentes -eso ya hace mucho tiempo que lo digo- , pero también reducir posiciones -temporalmente- en mercados que nos gustan pero que, seamos realistas, no son inmunes al miedo. Ni los inversores al infarto. Así que hay que empezar el año reduciendo moderadamente el peso de la renta variable en general hasta que:
a) Las autoridades chinas recuperen credibilidad e iniciativa económica.
Tienen que centrarse en medidas que muestren al mundo, sin sombra de duda, su compromiso de fomentar la demanda interna y que no pretenden utilizar su divisa como arma en una guerra de divisas. Su cambio de modelo es a largo plazo y no pasa nada porque hagan un receso y se centren en políticas monetarias y fiscales que aseguren un aterrizaje controlado de un crecimiento de dos dígitos a un más que suficiente 6% anual. Pero real, no ficticio.
b) EEUU, el 'árbitro' del partido que se juega en Oriente Próximo, ponga fin a la 'tangana' que ha roto el macabro equilibrio/acuerdo tácito mediante el cual Irán y Arabia se pelean en Siria, Irak o Yemen, no en casa.
De Oriente Próximo hablaremos otro día porque aquí ya no hay espacio. Adelanto que en mi opinión la duda no es si se va a liar, sino cuándo. Pero de momento nos centraremos en China porque creo -y espero- que para el encontronazo directo entre Irán y Arabia Saudí todavía queda tiempo. Amagos, escaramuzas y provocaciones, sí. Enfrentamiento directo, todavía no. Simplemente porque ahí EEUU tiene mucho peso: es el proveedor de armas de los árabes y a Irán no le interesa volver al ostracismo. Además: necesita calma para rehacer su economía y así poder construir su bomba.
Así que abróchense los cinturones -que en los mercados significa reduzcan riesgo y volatilidad en sus carteras- y esperen a que se apague el piloto luminoso -de marca china- que indique que las turbulencias han pasado. A destino llegaremos, y no todo serán turbulencias -que para eso está ahí el comandante Draghi, para darnos alguna alegría- pero, como dije el año pasado, esto va a estar movidito.
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