La pertenencia al euro no ha traído consigo ganancias en términos de PIB per cápita. Esto es lo que sostiene un informe del Banco de España que se presentará en el congreso de los economistas
¿Ha ganado España en términos de PIB per cápita por su pertenencia al euro? Hasta ahora, la respuesta oficial es un 'sí' con mayúsculas. Pero un informe del Banco de España, que será presentado en los próximos días en el simposio anual de la Asociación Española de la Economía, sostiene todo lo contrario.
El documento, elaborado por las economistas Cristina Fernández y Pilar García Perea, de su servicio de estudios, parte de una evidencia empírica a partir de los modelos utilizados: “El euro no trajo consigo el salto esperado hacia una senda de crecimiento mayor del PIB per cápita”. O expresado en otros términos, sus dividendos son muy inferiores a lo previsto por quienes diseñaron la unión monetaria. Así de sencillo.
Se admite que durante los primeros años de la unión monetaria, el PIB per cápita del área avanzó ligeramente por encima de la senda prevista; pero “desde mediados de 2000 estas ganancias desaparecieron completamente”. ¿Y quién ganó?, se preguntan. Según su análisis, los países de Europa central -Alemania, Países Bajos y Austria- siguieron “una pauta muy similar”, pero en los países de la periferia el resultado ha sido muy distinto.
Irlanda, España y Grecia registraron ganancias positivas, pero solo durante los años de expansión inmediatamente posteriores al lanzamiento del euro. Por su parte, Italia y Portugal registraron desde el primer momento una senda de PIB per cápita inferior a la prevista. Es decir, ha existido una fuerte asimetría entre los distintos países de la zona euro. El estudio se ha hecho sobre los 11 países que formaron parte de la moneda única tras aprobar el examen de la convergencia, excluyendo a Luxemburgo e incluyendo a Grecia, que entró en 2001.
La conclusión global del estudio es que el PIB per cápita de la zona euro hubiera crecido prácticamente lo mismo con o sin euro si se hace un análisis contrafactual. Según sus estimaciones, el PIB per cápita de la zona euro es un 2,7% más alto en promedio de lo que hubiera sido si no se hubiera lanzado la moneda única. Sin embargo, se matiza, estas ganancias iniciales “no duraron” y desaparecieron por completo antes de mediados de la década del 2000.
Según esas estimaciones, entre 2004 y 2007 el PIB per cápita de la zona del euro fue un 0,7% menor que el promedio de lo que podría haber sido, si el proyecto del euro no se hubiera aplicado.
El trabajo agrupa a los miembros del euro en dos categorías: los países de Europa central y los periféricos, toda vez que los resultados son muy heterogéneos. En el primer caso, el euro no dio ni ganancias ni pérdidas en términos de PIB per cápita, mientras que se observa que Francia registró la misma evolución que en el conjunto de la zona del euro. Las ganancias iniciales fueron pronto borradas y convertidas en pérdidas, sostienen las autoras del estudio. Finlandia, por el contrario, sí parece estar beneficiándose de la adopción del euro, mientras que el PIB per cápita de Bélgica se sitúa por debajo de su contrafactual utilizando para ello la llamada metodología del control sintético.
De ganancias a pérdidas
Dentro de los países de la periferia europea, se distinguen dos subgrupos. Por un lado, tres países, España, Grecia e Irlanda registraron el salto esperado a una senda de mayor crecimiento duradero del PIB per cápita. Pero ese avance se mantuvo solo durante el periodo de expansión. Por el contrario, en Italia y Portugal las ganancias iniciales tras la adopción del euro desaparecieron muy rápidamente, hasta convertirse posteriormente en pérdidas.
En concreto, hasta el año 2007 los PIB medios per cápita de España, Grecia e Irlanda fueron un 5,8%, 10,4% y 24,3% mayores, respectivamente, de los que podrían haber sido en caso de que la moneda única no se hubiera puesto en marcha. Pero esas ganancias caen de forma dramática a partir del estallido de la crisis.
En el caso español, los avances del PIB per cápita asociados a la moneda única se sitúan en apenas un 0,43% entre 2008 y 2013, mientras que en el conjunto de la zona euro se produce un retroceso del 2,78%. Bélgica y Portugal son, claramente, los países más perjudicados por el euro.
Inicialmente, se esperaba que la adopción del euro traería consigo, dice el estudio, una convergencia real entre los países miembros, dado que la moneda única actuaría como una restricción externa y presionaría a los países para llevar a cabo reformas estructurales con el fin de aumentar el PIB potencial. Sin embargo, el surgimiento de China como un actor importante en el comercio mundial afectó de modo grave, principalmente, a los países de Europa central, pero también a los países periféricos vía competitividad.
Es decir, en parte debido a la aparición de China como un actor importante en el comercio mundial -lo que redujo el comercio intracomunitario- y en parte debido a la creciente fragmentación de la producción, el euro “no trajo el impulso esperado en la integración económica”. Este fenómeno afectó de forma especialmente negativa a Italia y Francia y, en menor medida, a España, que se sitúa en niveles medios.
Igualmente, las condiciones de financiación favorables que inicialmente trajo consigo la entrada del euro fueron compensadas de forma negativa por los gobiernos periféricos retrasando las reformas estructurales. Mientras que los mercados, a su vez, no tuvieron en cuenta las particularidades y riesgos económicos de cada país a la hora de hacer sus inversiones, toda vez que se daba por hecha la unión monetaria.
Las autoras del estudio que será presentado formalmente en el congreso de los economistas españoles hablan de incentivos perversos provocados por la moneda única, toda vez que los gobiernos no vieron como necesarias las reformas, ya que la economía crecía al haber mejorado las condiciones de financiación. Ahora bien, su análisis es muy distinto cuando se habla de la integración europea (no de la moneda única), que sí ha tenido efectos muy beneficiosos para países como España y Portugal.
El simposio anual de la Asociación Española de la Economía se celebrará entre el 10 y el 12 de diciembre en Girona. Entre los asistentes, estarán los profesores Justin Wolfers, de la Universidad de Michigan, y Antonio Ciccone, de la Pompeu Fabra. El presidente de la asociación es el economista Samuel Bentolila.
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