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martes, 26 de agosto de 2014

La teoría austriaca del capital y El amanecer del Planeta de los Simios
26 Agosto, 2014
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Durante una de las primeras escenas de El amanecer del Planeta de los Simios, en la que los simios hiper-inteligentes se muestran cazando ciervos en el bosque que rodea a su asentamiento, alguien tras de mí exclamó: “si esos simios son tan listos, ¿por qué resulta que son cazadores-recolectores?” Aunque fuera una buena pregunta, no recibió más que un chitón de su compañera más educada por plantearla. Aunque hay muchos factores que la inteligencia que son relevantes para la decisión de una sociedad de ser agrícola o cazadora-recolectora, la teoría austriaca del capital puede explicar en buena medida por qué los simios mostrados en la película pueden ser al tiempo muy inteligentes y cazadores-recolectores.

Teoría austriaca del capital: enrevesada y consumidora de tiempo

La adopción de procesos de producción cada vez más indirectos y complejos es, paradójicamente, el distintivo del desarrollo económico. Por supuesto, no es porque los métodos que consumen más tiempo sean de por sí más productivos. ¡Si fuera así, podríamos aumentar la producción simplemente trabajando más lento! Para resolver la paradoja, debemos darnos cuenta de que los medios más directos e inmediatos se adoptan primero para lograr un fin. Así que los simios intentarán saciar su hambre inicialmente usando los medios más obvios: la caza con las manos desnudas. Este proceso solo requiere trabajo, lo que significa que es lo más directo que puede obtenerse; por tanto, cuando lo simios lo mejoran posteriormente, por ejemplo, fabricando lanzas y otras herramientas de caza, habrán alargado necesariamente el proceso de producción. La institución de la agricultura desviaría los esfuerzos de los simios aún más de la ruta directa. Para ver esto con claridad, imaginad un simio cazando con hambre un ciervo y luego imaginadlo recogiendo leña con la que un día acabaría fabricando una empalizada para animales. Pero estos medios indirectos son inmensamente más productivos que sus equivalentes intensivos en mano de obra, por eso los métodos más complejos han reemplazado a los más intensivos en mano de obra en las economías humanas desarrolladas del mundo.
¿Entonces por qué los simios no adoptan estos métodos indirectos? ¿Puede su fracaso en empezar a cultivar la tierra explicarse por otra cosa que no sea la ignorancia? Sí: la “idea” está lejos de ser todo. La institución de métodos indirectos de producción requiere, ante todo, la ausencia de consumo actual. Y por tanto el molesto del cine se equivocaba al suponer que la estupidez era la única explicación para un estilo de vida cazador-recolector. De hecho, existe esa sociedad de estado cazador-recolector sin posible alternativa; durante un tiempo, es lo mejor. Una “agriculturización” forzosa e inmediata de su pequeña economía probablemente resulte ser inmensamente dañina.
Para entender por qué sería dañina, tenemos que centrarnos en el consumo presente sacrificado en el proceso. Imaginemos que, siguiendo el aviso del espectador del cine, los simios “agriculturizan” de inmediato. Caesar, el líder del clan, debe entonces delegar tareas a algunos simios; por ejemplo, el terreno debe aclararse y roturarse, deben capturarse y encerrarse animales. En el proceso, infligiríaninevitablemente a la comunidad una pérdida en el consumo actual. Por ejemplo, si los simios que emplea ahora para el desarrollo agrícola se dedicaban previamente a la caza manual, la pérdida se verían en la oferta de carne o si, en su lugar, se dedicaban a recoger leña, la pérdida se sentiría por la tarde cuando enfriara. Es verdad que Caesar podría minimizar la gravedad de los sacrificios asignando las tareas a aquellos simios que juzgue que están contribuyendo actualmente a los servicios menos valiosos. Así, la pérdida en consumo sería marginal, es decir, estaría en la periferia de las necesidades de la comunidad. Sin embargo, como están operando cerca un nivel de subsistencia como tal, este hecho resultará se run pobre consuelo.
Aquí tenemos lo que parece, al menos superficialmente, una situación de Trampa-22: como los simios tienen poco capital actualmente, encontrarán muy difícil producir capital para el futuro. La economía simia simplemente no puede permitirse desviar trabajadores en masa de atender sus necesidades reales de consumo. Pero hay una vía de escape. La inversión de capital puede producirse, pero debe ser gradual. Solo pueden soportarse inicialmente pequeños sacrificios y por tanto solo pueden fabricarse bienes simples de capital, como trampas y lanzas. Sin embargo, no debe rebajarse la importancia de las trampas y lanzas: permiten una productividad que libera cazadores marginales para que desarrollen proyectos adicionales de inversión de capital. Igualmente se liberarían más trabajadores con el fruto de estos proyectos adicionales. El impulso mejora así y empieza una marcha inexorable en constante aceleración hacia la prosperidad. Los procesos de producción alargados intensivos en capital, como la agricultura, se acaban convirtiendo en viables.
Pero este proceso requiere tiempo. Incluso bajo la suposición de que Caesar es consciente de los beneficios que podría conferir un sistema de agricultura para un futuro previsible, no puede instituirlo. Su comunidad debe recurrir a métodos improductivo intensivos en mano de obra, pues, aunque la recompensa sea miserablemente magra, es inmediata.

Conclusión

En el proceso de crecimiento, el ahorro es crucial. No importa lo ingeniosas que sean las personas que comprendan una sociedad, si los medios para renunciar al consumo actual no están disponibles, los bienes de capital sencillamente no pueden crearse. Los métodos de producción en bruto, intensivos en mano de obra, se utilizarán necesariamente, no porque las alternativas complejas e indirectas, como la agricultura, estén más allá de la capacidad imaginativa de la comunidad, sino porque sencillamente no podrían sobrevivir a lo largo del proceso de consumo diferido necesario para su implantación. Así que el estilo de vida cazador-recolector es, al menos en el caso de nuestros simios, la señal, no de mentes primitivas, sino más bien de una estructura primitiva de capital.

Publicado el 20 de agosto de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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