Trump, la confianza americana y la bolsa
¿Será capaz el nuevo presidente de corresponder al renovado optimismo económico de su elección?
LUIS RIESTRA
Como es conocido, los cambios en el estado de ánimo del electorado pueden traer cambios políticos y, a su vez, los cambios políticos pueden traer un nuevo impulso a la Sociedad que la lleve a realizar transformaciones de calado, siendo esto último lo que parece que está ocurriendo en el país de los libres y hogar de los valientes, que reza el estribillo de su himno nacional "la bandera tachonada de estrellas". Por ello hoy nos detendremos a analizar si el nuevo presidente es capaz de corresponder al renovado optimismo económico de su elección.
Una nación optimista
Así se ha visto tradicionalmente a los estadounidenses, personas optimistas, emprendedoras, echadas pa' lante, abiertos a nuevos horizontes, temerosos de Dios y muy patriotas, cosa que molesta, como en nuestro país, a cierta camarilla de intelectuales de cuarta categoría, cenizos acomplejados, que entre corrupción y corrupción consiguen que el Establishment les encumbre en el poder para aplicar sus planes ruinosos de cambio a peor.
Sea como fuere, en Estados Unidos esa casta pinchó hueso con su experimento cultural y demográfico y el sujeto constituyente, ese al que aquí no dejan elegir representantes, echó mano de lo que tenían disponible: Donald Trump, el único de entre los muchos empresarios hartos del Establishment que decidió saltar a la arena. Hay que recalcar que se lo piden desde hace más de 30 años, que este no es un novato. El caso es que tras ir a por él hasta el Papa de Roma (en ello siguen), gana y consumidores y empresas casi que se ponen eufóricos con su victoria, sobre todo los primeros (siguiente gráfica)
Pero no fueron los únicos, la bolsa, que llevaba desde agosto goteando cotizaciones a la baja más propios del mal del altura, va y rebota el S&P500 un 2%, una escalada que se modera según se confirma el cambio y que llegó a revaluar los valores de enero de 2016 un 10%, juntando el rally de Navidad y evitando la típica corrección de primeros de año (ver siguiente gráfica). Hay que decir que, salvo crisis, la bolsa suele subir antes de la toma de posesión para luego normalizarse; así que ojo con “comprar futuro”.
¿Comprar futuro?
Como hemos visto en otras ocasiones, hay un indicador, el PER, o relación Precios a Beneficios, cuyo ratio se puede explicar también como los años que tardaría una acción (o un índice) en pagarse con los beneficios que da (siguiente gráfica) y, mientras más tarde, más "futuro" (o riesgo) se compra. Pues bien, tras la euforia comentada, se ha puesto a niveles de sobrevaloración no vistos desde los previos de los últimos cracks bursátiles, con un equivalente de casi 25 años cuando la media, la “normal”, está en torno a quince y ha aumentado el riesgo de una fuerte bajada de los índices.
En otras palabras, la burbuja que comentamos aquí en agosto pasado se ha puesto peor; de hecho, Trump dijo en campaña, el pasado septiembre, que había una burbuja bursátil creada por la FED y que así Obama se puede ir a jugar al golf. ¡Ole! Genio y figura. Pensemos además, que en Europa, con los tipos tan bajos y donde se rechaza ofrecer "plazos fijos", se están haciendo "imposiciones" en fondos de inversión con un componente en acciones, inflándose aún más nuestros índices.
La medida del hombre
Como con Obama, deberíamos usar la misma métrica de la semana pasada; sin embargo, existe la dificultad de encontrar casos en que se dejara una enorme deuda pública como la de Obama sin contrapartida en externalidades industriales para construir ese "futuro" del que hablábamos antes. Los hay y de hecho los discutimos al alertar de nuestra insuficiencia fiscal grave, pero habría que remontarse muy atrás para hacerlo bien y no hace falta.
Verán, como hemos discutidos tantas veces, en este final de ciclo largo (gráfica anterior), la Oferta Agregada está en malas condiciones de contratación en la mayoría de los sectores (en el Mercado Laboral es clarísima y su efecto lo vimos en los SNAP la semana pasada) Si estudiamos el discurso de Trump, yo diría que ha visto el "iceberg" y, para los que le seguimos en CNBC desde hace casi veinte años, siempre ha estado en contra de como de desarrollaba la globalización, cosa que él cambiará ahora.
Cambio de Orden Generacional
No puedo asegurar que Trump y su equipo conozca la Teoría de los Ciclos Económicos de Largo Plazo, pero es muy difícil que su Jefe de Estrategia no la conozca, pues sabemos que es un siguidor de la Teoría del Ciclo Generacional, que trabajamos aquí como nadie, y, por dominar la segunda podemos decir que lo que pretende Trump es cambiar el orden económico y social que ya muere y traer un nuevo zeitgeist (atención a la nueva sala de prensa en la Casa Blanca), tal como hizo Roosevelt en su momento y con quien se han comparado en repetidas ocasiones. Esto lo intuye el Establishment socialdemócrata, que ve que le queda poco para seguir viviendo del cuento, de ahí que se tiraran en brazos del sátrapa chino en la cumbre de Davos de este año. Pero esto, insistimos, son cosas del largo plazo.
¿Y a corto qué?
El efecto en bolsa incluye la promesa de Trump de una fuerte reducción, entre otras cosas, del impuesto sobre beneficios empresariales, bajándolo del 35% al 15%, o esa es la intención, de modo que parte del subidón tiene una explicación fiscal. Sin embargo, la recaudación va mal (siguiente gráfica) y anuncia recesión y, además, la FED intenta normalizar tipos, con lo que más deuda los presionarían más al alza y esto nos lleva a lo comentado en "Dólar escaso como black swan" precipitando una crisis global de liquidez.
En todo caso, el Congreso es republicano y parece no importarle todas esas incertidumbres sistémicas, así que Trump irá rápido; como además, pronto tendremos mejores datos de beneficios empresariales, PIB y recaudación para calibrar mejor el lío actual, no sé Ustedes, pero yo dejaré el tema de “invertir” o no para más adelante y buscaré tiempo para "disfrutar" con atención de las contracciones del parto secular que nos espera, con momentos históricos, e histéricos para los socialdemócratas, como la continuación de la guerra a Trump de los Mass Media o las feministas con hiyab tan relacionadas con George Soros. ¿No querían “cambio”? Pues ya está aquí y una vez más viene de América.