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lunes, 11 de enero de 2016

Los Derechos Especiales de Giro del FMI y su lugar dentro del dilema de Triffin – Jim Rickards




Billete de un dolar con forma geografica de Estados Unidos©

(OroyFinanzas.com) – El conocido como dilema de Triffin prevé que ningún país debería cargar en solitario con la responsabilidad de suministrar su moneda para dar liquidez al comercio internacional. En su lugar, esta responsabilidad debería ser repartida entre las naciones cuyas divisas integran los Derechos Especiales de Giro-DEG (Special Drawing Rights-SDR) del Fondo Monetario Internacional-FMI.

Robert Triffin era un economista que vivió desde 1911 hasta 1993. Considerado en su momento una autoridad en materia monetaria, nos dejó distintas reflexiones entre la que destaca la conocida como “El dilema de Triffin” que, lejos de ser una reliquia del pasado, surge ahora con renovada importancia para entender el futuro del sistema monetario internacional.

El dilema de Triffin nace dentro de sistema monetario establecido en Bretton Woods (1944). Entonces, el dólar estadounidense quedó vinculado al oro con un cambio fijo establecido en 35 dólares por onza. El resto de divisas, quedaban vinculadas al dólar en los tipos de cambio fijos. Estos otros tipos de cambio podrían ser devaluados de vez en cuando, sobre todo debido a los déficits comerciales, pero el proceso de devaluación fue diseñado para ser lento y engorroso. Si un país que quería devaluar -por ejemplo, el Reino Unido en 1967- primero tenía que consultar con el Fondo Monetario Internacional. El organismo internacional suele recomendar primero efectuar cambios estructurales en la política fiscal. El FMI también favorece créditos puente para hacer frente a las tensiones temporales que puedan afectar al país mientras se implementan los cambios estructurales. Sólo si estas recetas económicas no surten efecto y los déficits comerciales persisten, el FMI se muestra favorable a una posible devaluación. Sin embargo, la relación establecida entre el dólar estadounidense y el oro –fijado en un cambio de 35 dólares la onza- excluía a EE.UU. de la intervención del FMI en sus asuntos. El cambio entre el dólar y el oro era el ancla de todo el sistema monetario internacional.

Este enlace fijo entre el dólar y el oro logró que el dólar fuera la moneda de reserva más preciada en el mundo y moneda de reserva internacional. Y esa fue la agenda oculta de Bretton Woods. Con el dólar como la principal moneda de reserva, la libra esterlina estaba condenada a perder su hegemonía. El Reino Unido se basaba en la “Preferencia Imperial” para ser moneda de reserva mundial, entre sus socios comerciales dentro la Comunidad Británica, para obtener excedentes comerciales, al tiempo que sus socios de la Commonwealth atesoraban libras esterlinas como reservas. Para el Banco de Inglaterra no existía el temor de que los miembros de la Commonwealth exigieran oro por estas libras. Con los acuerdos de Bretton Woods y la firma de los acuerdos GATT (General Agreement on Tariffs and Trade), la Preferencia Imperial perdía su influencia.

Consecuencias inesperadas de los acuerdos de Bretton Woods

Los acuerdos de Bretton Woods escondían dos bombas de relojería -puestas por EE.UU. – que fueron determinantes para desmantelar el Imperio Británico. Como hemos señalado, el primer golpe fue del GATT –reconvertido con el tiempo en la Organización Mundial del Comercio (OMC)– sobre la Preferencia Imperial. Y el segundo fue el establecimiento del nuevo vínculo entre el dólar y el oro, que acabó definitivamente con la hegemonía de las libras esterlinas. Ambos golpes fueron decisivos y lograron su propósito. El déficit comercial del Reino Unido persistió y los socios de la Commonwealth optaron por hacerse con oro antes que mantener divisas británicas. Con el tiempo, la libra esterlina acabó devaluándose y el imperio disolviéndose. A partir de entonces, el nuevo imperio americano con su divisa como moneda de reserva internacional tomó el relevo británico.

Sin embargo, esta nueva situación para el dólar estadounidense escondía un problema futuro contra el que Robert Triffin alertó. Si el dólar era la nueva moneda de reserva mundial, el mundo entero necesitaría dólares para financiar el comercio mundial. Así que con el fin de suministrar estos dólares, los EE.UU. tuvieron que asumir déficits comerciales. A pesar de efectuar notables importaciones, los estadounidenses desarrollaron rápidamente un apetito voraz por la electrónica japonesa, los coches alemanes, las vacaciones en Francia y otros bienes y servicios extranjeros.

De esta forma, los EE.UU. incurrieron en déficits comerciales, mientras el mundo poseía dólares y el comercio mundial florecía. Sin embargo, un déficit prolongado e incontrolado puede degenerar en una quiebra, y eso fue lo que Triffin planteaba en su dilema. Un sistema basado en dólares podría provocar el derrumbe de éste por un exceso de los mismos en el mercado o por la incapacidad de respaldar toda la moneda emitida con las reservas de oro disponibles. Para Triffin, la relación entre el déficit estadounidense y la confianza en el dólar eran cuestiones incompatibles.

Ruptura de los acuerdos de Bretton Woods

Los augurios se confirmaron el 15 de agosto de 1971, cuando el presidente Richard Nixon abolió la paridad establecida en Bretton Woods entre el dólar y el oro, que fue completamente desmonetizado en 1974. Sin embargo, había también una herramienta, que había sido creada en 1969, y que Triffin señalaba como una buena solución: los Derechos Especiales de Giro-DEG (Special Drawing Righs-SDR del Fondo Monetario Internacional- FMI.

Los SDR eran un nuevo tipo de dinero mundial creado por el FMI que nacieron para poder ser utilizados junto al dólar como moneda de reserva mundial. Si los EE.UU. corregían su déficit comercial y eran menos los dólares que se intercambiaban en los mercados, los SDR podrían ocupar su lugar. Los SDR gozaron de cierto esplendor y se repartieron con fluidez en varias ocasiones, coincidiendo con la crisis del dólar entre 1969 hasta 1980. Pero con la llegada de Ronald Reagan a la Casa Blanca, el dólar volvió a ocupar su hegemonía desplazando el interés por los SDR. Ronald Reagan, Paul Volcker, Henry Kissinger, el rey de Arabia Saudita y los banqueros privados ayudaron decisivamente a este regreso triunfal. Por un lado, los disparados tipos de interés –en torno al 20% durante la década de 1980- convertían al dólar en un atractivo activo de reserva, a pesar de no estar ya respaldados por el oro. Por otro lado, Henry Kissinger logró que Arabia Saudita denominara el precio del petróleo en dólares. Este acuerdo, que inauguraba el término “petrodólar“, significaba que los países que querían comprar petróleo necesitaban antes dólares para pagar por la materia prima. Por su parte, los países árabes depositaban sus ingentes ingresos en dólares en los grandes bancos del momento como Citibank o Chase y éstos, a su vez, prestaban estos depósitos para invertirlos en Asia, América del Sur y África. Parecía que todo volvía a funcionar y esta vez, excluyendo al oro de la ecuación.

Sin embargo, el dilema de Triffin nunca llegó a perder su vigencia y de nuevo la rueda se paró en 2010, con el inicio de una nueva guerra de divisas surgida tras la crisis de 2008. En la actualidad, todos los socios comerciales compiten de nuevo para posicionarse de la mejor forma posible, tal y como lo hicieron en la década de los 70. Y el resultado no puede ser otro que el acontecido entonces, un nuevo colapso sistémico.

La debilidad del dólar de 2011 fue diseñada para estimular el crecimiento de Estados Unidos y evitar que el mundo se hundiera en una nueva depresión. Unas políticas a corto plazo que parecen haber llegado a su fin. Hoy por hoy, el dólar es una divisa fuerte mientras el euro y el yen se han debilitado. Un alivio para Japón y Europa a costa de los EE.UU. que ven como su crecimiento vuelve a ralentizarse.

¿No hay manera de escapar de esta situación? ¿No hay manera de eludir el dilema de Triffin?
Un nuevo estándar de oro podría ser una manera de resolver el problema, pero requeriría un precio del oro sobre los 10.000 dólares y no parece que ningún banco central apueste por eso, por la razón de que limitaría sus capacidades para imprimir dinero e intervenir en la economía. Así pues, la otra alternativa sería la que apuntaba el propio Triffin: los Special Drawing Rights-SDR sobre los que tanto escribimos todo el tiempo en OroyFinanzas.com.

Esta divisa artificial es emitida por el FMI que no es un país en sí mismo y por tanto no puede incurrir en un déficit comercial. En teoría, el FMI puede imprimir tantos SDR como quiera y nunca ir a la quiebra. Los SDR se introducirían entre los miembros del FMI en una especie de circuito cerrado y sólo los países podrán almacenarlos entre sus reservas. Las personas no podrán almacenarlos y serán los perdedores de la medida porque sus divisas nacionales sufrirán el efecto de la inflación. Y nadie podrá explicarse muy bien el motivo. Habrá quien señale al FMI pero la autoridad monetaria internacional no se dará por aludida. Este es el plan de las élites mundiales porque las responsabilidades quedarán diluidas entre unos y otros. Los SDR son la solución al dilema de Triffin pero para que tengan éxito es imprescindible añadir a la cesta al yuan chino. De esta forma, Dólar (EE.UU.), Libra esterlina (Gran Bretaña), Yen (Japón) y Euro (Europa) compartirán protagonismo y responsabilidades con China, que ya es la segunda economía del mundo. Y todo dentro de un espacio no mayor a 12 meses.

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