Frank Shostak
Según el pensamiento dominante, el banco central es el factor clave a la hora de determinar los tipos de interés. Al establecer los tipos de interés a corto plazo, el banco central, se argumenta, mediante las expectativas acerca del curso futuro de política de tipos de interés, influye en toda la estructures de dichos tipos de interés. (Según la teoría de las expectativas, el tipo a largo plazo es una media de los tipos de interés a corto plazo actuales y esperados). Advirtamos que los tipos de interés en este modo de pensar los establece el banco central, mientras que las personas en todo esto no tienen casi nada que ver y se forman simplemente expectativas de forma mecánica acerca de la política futura de dicho banco central. (Aquí las personas están respondiendo pasivamente a la posible política del banco central).
La preferencia temporal es la fuerza impulsora
Pero Carl Menger y Ludwig von Mises sugerían otra cosa y concluían que la fuerza impulsora para la determinación del tipo de interés no es el banco central, sino las preferencias temporales de un individuo.
En general, la gente asigna una valoración superior a los bienes presentes que a los bienes futuros. Esto significa que los bienes presentes se valoran con una prima respecto de bienes futuros.
Esto deriva del hecho de que un prestamista o un inversor renuncian a algunos beneficios en el presente. Por tanto la esencia del fenómeno del interés es el coste que soporta un prestamista o un inversor. Sobre esto escribía Mises en La acción humana :
Lo que se abandona se llama el precio pagado por lograr el fin buscado. El valor del precio pagado se llama coste. Los costes son iguales al valor asociado a la satisfacción a la que se debe renunciar para alcanzar el fin buscado.
Por ejemplo, una persona que solo tenga bienes suficientes para mantenerse con vida es improbable que preste o invierta sus escasos medios. El coste de prestar o invertir probablemente sea para él demasiado alto, podría incluso costarle su vida si considerara dejar algunos de sus medios. Así que bajo estas condiciones es improbable que preste o invierta, ni siquiera si se le ofrece un tipo de interés muy alto.
Una vez su riqueza empieza a expandirse, el coste de prestar (o invertir) empieza a disminuir. Asignar parte de su riqueza a préstamo o inversión va a empeorar, en menor grado, la vida y bienestar de nuestro individuo en la actualidad. De esto podemos deducir que todo lo que lleve a una expansión de la riqueza real de las personas da lugar a una disminución en el tipo de interés (es decir, la rebaja de la prima de los bienes presentes frente a los bienes futuros). Inversamente, los factores que empeoran la expansión de riqueza real llevan a un tipo superior de interés.
La preferencia temporal y la demanda de dinero
En la economía monetaria, las preferencias temporales individuales se expresan mediante la oferta y demanda de dinero. La disminución de las preferencias temporales (es decir, la rebaja en la prima de los bienes presentes frente a los bienes futuros) debido a la expansión de riqueza real, se manifestará en una mayor ansia por prestar e invertir dinero y rebajar así la demanda de dinero.
Esto significa que, para unas existencias determinadas de dinero habrá ahora un exceso monetario.
Para librarse de este exceso monetario, la gente empieza a comprar diversos activos y en el proceso aumenta los precios de los activos y rebaja sus rendimientos. Por tanto, el aumento en las existencias de riqueza real estará asociado a una rebaja en la estructura de los tipos de interés.
Pasará lo contrario con una disminución en la riqueza real. La gente estará menos dispuesta a prestar e invertir, aumentando así su demanda de dinero con respecto a la situación previa. Así, para una oferta concreta de dinero, se reduce la liquidez monetaria (una disminución en el exceso monetario). Consecuentemente, esto disminuye la demanda de activos y por tanto rebaja sus precios y aumenta sus rendimientos.
¿Qué ocurrirá con los tipos de interés como consecuencia de un aumento en la oferta monetaria? Un aumento en la oferta monetaria significa que las personas cuyas existencias monetarias han aumentado son ahora son mucho más ricas.
Por tanto esto pone en marcha una mayor voluntad de invertir y prestar dinero. El aumento en el préstamo y la inversión significa la disminución de la demanda de dinero por el prestamista y el inversor. Consecuentemente, un aumento en la oferta de dinero unida a una caída en la demanda de dinero lleva a un exceso de dinero, lo que a su vez aumenta los precios de los activos y rebaja sus rendimientos.
Con el paso del tiempo, el aumento en la inflación de precios debido a aumento en la oferta monetaria empieza a socavar el bienestar de las personas y esto lleva a un aumento general en las preferencias temporales. Esto rebaja la tendencia del individuo a la inversión y el préstamo, es decir, aumenta la demanda de dinero y trabaja para rebajar el exceso de dinero: esto pone una presión al alza en los tipos de interés.
Política monetaria y riqueza real
En una economía de mercado dentro del marco de un banco central, el factor clave que limita el ritmo de la expansión de riqueza real es la política monetaria del banco central.
Es una política monetaria laxa la que socava las existencias de riqueza real y el poder adquisitivo del dinero. Podemos por tanto concluir que un aumento general en la inflación de precios (resultante de un aumento en la oferta monetaria y una consecuente caída en la riqueza real) es un factor que pone en marcha un aumento general de los tipos de interés. Entretanto, una caída general en la inflación de precios (en respuesta a una caída en la oferta monetaria y un aumento en la riqueza real) pone en marcha una caída general de los tipos de interés.
Además, un aumento en la tendencia de crecimiento de la oferta monetaria pone en marcha una caída temporal de los tipos de interés, mientras que una disminución en la tendencia de crecimiento de la oferta monetaria pone en marcha un aumento temporal de los tipos de interés.
Publicado originalmente el 24 de septiembre de 2015. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra
aquí.
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