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lunes, 11 de enero de 2016

El desplome del petróleo y la madre de todas las batallas





El petróleo Brent ha llegado a $33/barril, el nivel más bajo desde 2004. Esto ocurre en medio de la mayor concentración de eventos riesgo geopolítico en muchas décadas. Siria, Yemen, Iraq, ISIS, Nigeria, Rusia, Venezuela y, más recientemente, las tensiones diplomáticas entre Irán y Arabia Saudí. Si hay algo que demuestra lo bien suministrado que está el mercado es precisamente que en ese entorno siga cayendo el precio.

No se trata de un problema de demanda. La demanda en 2015 creció a niveles superiores a los de los últimos ocho años.

Es claramente una estrategia de oferta. Las OPEP y Rusia producen hoy a niveles récord, más de 30 y 10 millones de barriles al día respectivamente. Estados Unidos sigue produciendo por encima de 9,5 millones de barriles al día.

He tenido el honor de asistir a varias reuniones de la OPEP y los análisis que leo de algunos medios me sorprenden. Hablar de “el precio que necesitan para equilibrar su presupuesto”, es ingenuo, similar a decir “el salario que necesito para mantener mi tren de vida”. Hace mucho que la OPEP no tiene como objetivo subir precios y, desde luego, sería suicida atacar a sus propios clientes.

El objetivo de aumentar cuota de mercado de los países más eficientes es, por lo tanto, legítimo y lógico. ¿Por qué iba a ser el país de menor coste de producción el que reduzca volúmenes para equilibrar el mercado? No tiene ningún sentido. Cuando, además, sería la oportunidad para que otros vendan mucho más, acudir a estrategias de limitar la oferta es inútil y contraproducente. La OPEP es alrededor del 34% de la producción global. Sólo serviría para aumentar la cuota de los países no-OPEP.

Irán, tras años de embargo, puede poner en el mercado rápidamente entre un millón y millón y medio de barriles al día. En pocos años puede aumentar producción, sin grandes inversiones, entre dos y tres millones de barriles al día. Por ello, Arabia Saudí lleva a cabo la estrategia productora adecuada. En 2016, el Reino Saudí puede producir hasta 13 millones de barriles al día y mejorar cuota de mercado. Eso, añadido al aumento de producción iraní puede llevar a la OPEP a niveles de 33 millones de barriles al día.

Asumir que la reducción de inversiones actual creará un superciclo en el precio posterior es un error porque no valora el exceso de inversiones de toda una década y tampoco que las tarifas de las empresas de servicios petroleros están bajando. Los costes han caído hasta un 55% en 2015. Se sigue invirtiendo más de $800.000 millones anuales, más que suficiente para garantizar el suministro y cubrir la demanda. Y tampoco valora que la eficiencia y el efecto sustitución tecnológico impactan a la demanda potencial de manera inexorable.

Asumir que el fracking en Estados Unidos va a desaparecer en este entorno es, cuando menos, ingenuo. Más del 90% de la producción se encuentra en grandes megaempresas con muy poca deuda. Según Goldman Sachs, el coste de extracción se sitúa en $18/barril y, ahora el gobierno ha permitido que se exporte. Que se haya levantado esa prohibición hace que EEUU, que se ha convertido en seis años en el tercer productor de petróleo global, sea una amenaza no solo para el precio sino para la cuota de mercado. Puede suponer hasta medio millón de barriles al día compitiendo por los clientes tradicionales de Rusia y la OPEP.

Arabia Saudí e Irán no solo compiten entre ellos o con el fracking. Compiten contra las renovables, la diversificación y la eficiencia. Saben que es un error pensar en limitar la oferta. Continuar siendo el suministrador de bajo precio y más flexibles es esencial. Y además, pueden. La guerra por la cuota de mercado se libra mostrando quién es más eficiente y sabiendo que la tecnología seguirá reduciendo la demanda potencial. La Madre de Todas las Batallas está servida.

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