OPINIÓN
Cumbre Europea
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JOSÉ CARLOS DÍEZ
Hoy hay otra Cumbre en Bruselas de nuevo con una elevada inestabilidad en los mercados financieros. La mayor tensión esta semana ha sido en Rusia, pero Europa es una economía enferma y siempre se ve afectada por estos episodios. Grecia vuelve a ser un foco de inestabilidad, lo cual confirma el fracaso de la reestructuración de deuda aplicada en 2011. Recordemos que sólo se aplicó sobre inversores privados, excluyendo a fondos europeos y BCE, y fue seguida de un intenso plan de ajuste fiscal. El resultado es que, tres años después, Grecia tiene más deuda pública y externa que en 2011. El resto de economías periféricas, incluyendo España, también han aumentado su deuda.
Los líderes europeos tienen una gran oportunidad para salir del estado de negación de la realidad y aprobar un plan contundente, como hicieron a finales de 2008 tras la quiebra de Lehman. La primera pregunta que hay que responder es ¿cuántos países queremos que sigan en el euro? Y la segunda, ¿cuánto dinero están dispuestos a gastarse? El político que venda a sus contribuyentes que una crisis de deuda sale gratis es que no está resolviendo la crisis. En Grecia la quita tendrá que ser elevada y alguien tendrá que asumir las pérdidas. Si Grecia abandona el euro, el contagio al resto de países por el Mediterráneo hasta España será inmediato y los costes también serán muy elevados y difíciles de cuantificar a priori. La nueva Comisión es un soplo de aire fresco, especialmente la llegada de Moscovici.
El cambio de Draghi desde Jackson Hole advirtiendo de que Europa está al borde de la deflación por un problema de infrademanda, también es muy relevante y hay que valorarlo positivamente. Pero Merkel, Schauble y Wiedmann siguen enrocados anunciando que mantendrán superávit fiscal hasta 2018 y negando el Bundesbank la necesidad de compras de bonos por el BCE. Y Merkel cuenta con la complicidad del SPD, lo cual complica mucho un cambio de escenario.
Rajoy debería abandonar la influencia alemana y posicionarse con Francia e Italia. Europa necesita un plan Brady con eurobonos para mutualizar deuda. Necesita un seguro de depósitos y un mecanismo de resolución bancaria común. Necesita un seguro de desempleo común, financiado por un impuesto de sociedades armonizado y cobrado por el centro. Y necesita un plan de inversiones, pero público, financiado con eurobonos y que priorice el gasto en educación, políticas activas para desempleo de larga duración y agenda digital. Y el BCE debe comprar esos bonos hasta llegar a su objetivo de ampliar su balance un billón de euros.
Europa lleva cinco años al borde del precipicio y en cualquier momento alguien puede dar un paso al frente. El caos empezó en Grecia y no habrá orden en la Eurozona hasta solucionar su tragedia. La sociedad griega ha superado el umbral del sufrimiento soportable y está a punto de decir basta. El escenario más probable es no aprobar nada en la Cumbre y esperar y ver cómo evolucionan los acontecimientos. El tiempo es la variable más preciada en una crisis de deuda y Europa no para de malgastarlo. El momento de la táctica ya pasó. Ha llegado la hora de la acción y son necesarios estadistas y liderazgo. Esperemos que los indicios de vida inteligente en Bruselas y Fráncfort se transformen en un plan de acción.
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