Su mal comportamiento reciente ha reducido significativamente el interés entre los inversores cualificados. Algo que puede llevar a redefinir su modelo operativo y financiero
Miren este gráfico.
Lo que compara son los mandatos que han recibido los dos principales actores de la llamada inversión alternativa desde comienzos de 2012, capital riesgo y ‘hedge funds’.
Ambos participan de una serie de características comunes, como son unas expectativas altas de rentabilidad ajustada al riesgo, riesgo de iliquidez para los partícipes y la remuneración generosa a sus gestores a través de un modelo doble de comisión fija (2% de los activos bajo gestión) y variable (20% del rendimiento ‘high watermark’, esto es: siempre que el valor liquidativo esté por encima de cualquier parámetro anterior).
Pues bien, como pueden apreciar, mientras que los institucionales han seguido creyendo en las posibilidades del ‘private equity’ para dotar de un rendimiento adicional a sus carteras, más necesario que nunca, están comenzando a dar la espalda a la otra gran estrella dentro de esos activos. No en vano, sus entradas globales de dinero se redujeron un 40% en 2015. Incluso hubo estrategias señeras, como ‘event driven’, que vivieron salidas netas de fondos, 11.200 millones de dólares para ser exactos.
(Si bien los números bailan, especialmente con las manejadas por Credit Suisse, las referencias son las de los enlaces).
La causa última de tal abandono hay que buscarla en el mal comportamiento que ha tenido la industria el último año, donde solo tres de las 36 categorías que engloba han ofrecido rentabilidades positivas, en concreto, ‘equity market neutral’, ‘merger arbitrage’ y retorno absoluto. Y de un solo dígito. El resto han dado pérdidas, mayores o menores, hasta un agregado global de -0,85%. Algo muy por debajo de las expectativas de los que depositaron en ellas sus esperanzas.
En un momento en el que había que demostrar la capacidad de generar ‘alpha’, pocas casas han sido capaces de hacerlo. Y eso pese a que, como señalamos en su día, no han dudado en cometer apuestas extremas para tratar de conseguir de una tacada lo que el ejercicio en su conjunto les había negado.
Entre los damnificados, figuras históricas como Ray Dalio, de Bridgewater Associates, cuyo 'All Weather Fund' ha hecho aguas y se ha dejado un 7,5% en los últimos 12 meses. La rentabilidad anual media desde 1996 que había tenido el creador de la estrategia de ‘risk parity management’ se situaba en el 7,7%. Algunos de sus fondos más pequeños, por el contrario, han logrado salvar los muebles con algo más que dignidad. De ahí que algunos analistas, como Marc Garrigasait, se pregunten no sin razón si, en este caso, ‘small is beautiful’ en una serie de dos artículos imprescindibles.
¿Cambiarán las tornas en el previsiblemente volátil 2016?
Teóricamente, debería ser un escenario en el que el sector mostrara su utilidad para los inversores, en términos de rentabilidad y riesgo asociado a la misma.
Sin embargo, según una encuesta realizada por Preqin y de la que se ha hecho eco 'Financial Times', la desconfianza se ha impuesto entre los ahorradores. Un 32% de los entrevistados –muchos de ellos compañías de seguros y fondos de pensiones- piensa en reducir su exposición a los ‘hedge funds’ en los próximos 12 meses, mientras que solo el 25% tiene intención de aumentarla. El año pasado la relación era 16%-26%.
Una pregunta final: ¿conducirá esto a una redefinición de la industria?
Por lo que respecta a su modo de operar, probablemente no, más allá de la necesidad de adecuarse a la irrupción de nuevas realidades que afectan a su desenvolvimiento en los mercados (por ejemplo, intervención estructural de los bancos centrales y el ‘high frequency trading’) o financiero (límite al apalancamiento y la financiación bancaria, exigencia de mayor transparencia). Pero sí en cuanto al modelo de retribución al que hemos hecho referencia al inicio de este 'post'. Resulta muy difícil justificar ‘fees’ sin ‘performance’.
Veremos a ver.
Tiempos nuevos, tiempos salvajes.
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