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domingo, 3 de enero de 2016

Reflexiones laborales de fin de año


Foto: Fotografía de archivo de una Oficina de Empleo. (EFE)

A pesar de este panorama turbulento, nuestro país y las reformas emprendidas han conseguido a lo largo de este año mejorar la situación del empleo

No cabe ninguna duda que el asunto económico por excelencia de este último año -y de los anteriores, por supuesto- ha sido el empleo. El empleo es el epicentro de las políticas económicas en nuestro país, de los debates, de las propuestas… Los programas electorales de los grandes partidos también han centrado fundamentalmente su atención, en las últimas elecciones recién celebradas, en plantear alternativas para solucionar el paro en España (derogación de Reforma Laboral, contrato único, políticas activas de empleo, formación, etc…). Y es que todos somos muy conscientes que la economía española, tras la crisis iniciada en 2008, tiene que hacer una tarea cuasititánica de cerrar el inmenso agujero social y de paro que se creó hace algunos años, y que desgraciadamente todavía perdura.

El desafío de recuperar el empleo perdido a niveles precrisis se antoja una labor más compleja que nunca, en un mundo extremadamente competitivo y globalizado, con factores internos y externos que marcan diferentes caminos; dónde la crisis, además, ha creado desigualdades dónde antes no existían, que han hecho minar la confianza de los gobiernos cuya acción decidida es más necesaria que nunca; y dónde aparecen nuevas formas de trabajo que rompen los paradigmas tradicionales de trabajadores con cualificación y sin ella. Como se ve, dar con la tecla oportuna no resulta nada sencillo.

A pesar de este panorama turbulento, nuestro país y las reformas emprendidas han conseguido a lo largo de este año mejorar la situación del empleo. Junto a un crecimiento económico más que notable con el que va a cerrar el 2015, la tasa de paro ha descendido más de tres puntos (más de 6 si lo comparamos con el pico contabilizado en 2013), y lo que es más importante, se ha empezado claramente a consolidar un cambio de tendencia en nuestro mercado de trabajo, augurando –si todo continua con cierta estabilidad- buenos resultados en el año que comienza. Sí, se ha creado empleo, y empleo que parece que está para quedarse. Ello no ha sido mero azar o casualidad, sino que ha obedecido a cambios propiciados por reformas gubernativas -la reforma laboral ha contribuido claramente a frenar la destrucción de empleo-, acciones de empresas y agentes sociales, sacrificios de los trabajadores en pro de situación mejor que comienza a dar sus frutos.

Hay que remover obstáculos administrativos y económicos para el crecimiento de las empresas, que deben ser más grandes. Con ello se crea más empleo

Y, ¿ahora qué? Frente al deseo de algunos de resetear lo realizado y comenzar de cero, o el de otros de evitar reformas en la línea de lo que están haciendo los países más envidiados del mundo en el ámbito del empleo, creo que conviene ponerse de acuerdo, de manera constructiva,  en ciertos elementos clave que sabemos que funcionan y cuyos resultados están más que probados, sin necesidad de fórmulas mágicas o seductoras que quizás pudieran solucionar el problema pero parcialmente. Este camino ya fue recorrido por otros muchos países europeos años atrás, con una solución global, integral, alejada de partidismos al ser un problema que atañe a todos y cuya puesta en práctica requiere del auxilio de todos. Nadie sobra ni nada redunda. Todo suma. Los ejes/prioridades de esa opción deberían ser tres y cada uno de ellos debería contemplar un abanico variado de medidas que contribuyan a su objetivo.

Prioridad número uno: remover obstáculos administrativos, financieros, fiscales y económicos para el crecimiento de nuestras empresas. Las empresas deben ser más grandes, con ello se crea más empleo. Prioridad número dos: reorientar las políticas de empleo a las necesidades reales de la economía. El crédito, la inversión, las políticas activas, la formación de trabajadores y desempleados, las leyes laborales con cambios necesarios sobre todo en materia de contratos de trabajo, deben estar enfocados a la demanda de nuestro país, con anticipación a los cambios que están llegando. ¿De verdad España no puede ser líder económico? ¿No lo somos en otras áreas? ¿Es que no tenemos las condiciones para ello? Prioridad número tres: propuestas fiscales y de Seguridad Social para reducir los costes al empleo, a la par que eliminar desigualdades o vulnerabilidades de nuestro mercado de trabajo. Todavía quedan muchos trabajadores que ocupar, empleándolos bien, y ello sólo se consigue con este tipo de medidas. 

En fin, ahora que estamos hablando tanto de pactos tenemos un horizonte por delante que requiere la suma y aportación de todos. Aunque vamos mejorando, queda mucho, mucho por hacer. Urgentemente. Feliz 2016.
 
Iñigo Sagardoy de Simón es abogado y profesor de Derecho del Trabajo de Universidad Francisco de Vitoria.

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