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jueves, 7 de enero de 2016

No se puede crear más ahorro imprimiendo más dinero

 


El ahorro no tiene nada que ver con el dinero. Por ejemplo, si un panadero produce tres hogazas de pan y consume una su ahorro es de nueve hogazas de pan. En otras palabras, el “ahorro” en este caso es la renta real del panadero (su producción de pan) menos la cantidad de pan que ha consumido. El ahorro del panadero le permite ahora conseguir otros bienes y servicios.
Por ejemplo, el panadero puede ahora intercambiar con un zapatero su pan ahorrado por un par de zapatos. Observemos que el ahorro del panadero es su medio real de pago: paga los zapatos con su pan ahorrado. Igualmente, el zapatero paga por las nuevas hogazas de pan con los zapatos que son su ahorro real.

¿Qué es el ahorro?

La introducción del dinero no altera lo que hemos dicho hasta ahora. Cuando un panadero vende su pan por dinero a un zapatero, ha entregado a este su pan ahorrado, no consumido. El pan entregado mantiene al zapatero y le permite continuar fabricando zapatos. Advirtamos que el dinero recibido por el panadero está completamente respaldado por su producción no consumida de pan.
Pero sin el medio de intercambio, es decir, el dinero, no podría haber ninguna economía de mercado ni por tanto división del trabajo. El dinero permite que los bienes de un especialista se intercambien por los bienes de otro especialista. En resumen, por medio del dinero la gente puede canalizar el ahorro real, lo que a su vez permite ampliar el proceso de generación de riqueza real.
Asimismo, en un mundo sin dinero sería imposible ahorrar diversos bienes finales como bienes perecederos, durante un periodo largo de tiempo. Así que la introducción del dinero resuelve este problema. En lugar de almacenar su pan, el panadero puede ahora intercambiar su pan por dinero.
En otras palabras, su producción no consumida de pan ahora se “almacena”, por decirlo así, en dinero. Sin embargo hay una condición para todo esto: que el flujo de la producción de bienes y servicios continúe sin cesar. Esto significa que siempre que un tenedor de dinero decida intercambiar este por bienes, estos bienes estarán allí a su disposición.

Tener dinero no es lo mismo que tener ahorros

El dinero puede verse como algo así como un recibo, dado a los productores de los bienes y servicios finales que están listos para el consumo humano. Así que cuando un pandero intercambia su dinero por manzanas, el panadero ya las ha pagado con el pan producido y ahorrado antes de este intercambio. Así que el dinero es el derecho del panadero sobre ahorros reales. Sin embargo no es ahorro.
¿Qué pasa en el caso en que el dinero se usa para comprar material en bruto, son esos materiales ahorro real? La respuesta es no. El material en bruto debe procesarse y luego convertirse en una pieza de equipamiento, que a su vez pueda emplearse el producción de bienes y servicios finales, dispuesto para el consumo humano. En este sentido, el comprador de material en bruto transfiere sus derechos sobre ahorros reales al vendedor del material a cambio de la perspectiva de que el material transformado, en algún momento en el futuro generará beneficios que superen el coste incurrido.
Además, el comprador del material también compra tiempo (es decir, teniendo el material disponible, puede proceder inmediatamente con las etapas de fabricar la herramienta final). Si el material no estuviera disponible tendría que extraerlo él mismo, lo que por supuesto retrasaría la fabricación de la herramienta final.
Una vez el ahorro real se intercambia por dinero, el receptor del dinero puede ejercitar su demanda por dinero de diversas maneras. Sin embargo esto no tendrá ningún efecto sobre las existencias de ahorro real.
Una persona puede ejercitar su demanda por dinero guardándolo en su bolsillo o en su casa o poniéndolo en custodia en un banco en un depósito a la vista o incluso en una caja de seguridad.
Igualmente, si lo usa inmediatamente a cambio de otros bienes o lo presta o lo pone debajo del colchón, tampoco se alteran las existencias de ahorro real. Así, poniendo el dinero bajo el colchón, una persona no se dedica a la acción e ahorrar. Solo ejercita una demanda por dinero. Lo que las personas hagan con el dinero no puede alterar el hecho de que el ahorro real ya está financiando una actividad concreta. El que las personas decidan quedarse con el dinero y prestarlo altera su demanda por dinero, pero no tiene nada que ver con el ahorro.
Siempre que una persona presta parte de su dinero en realidad transfiere sus derechos sobre bienes reales a un prestatario. Al prestar dinero, la persona en realidad ha rebajado la demanda por este. Advirtamos que el hecho de prestar dinero (es decir, la transferencia del derecho) no altera las existencias de ahorro real. Igualmente, si el dueño del dinero decide comprar un activo financiero, como un bono o una acción, simplemente transfiere sus derechos sobre ahorro real al vendedor de los activos financieros. Ningún ahorro real presente se ve afectado como consecuencia de estas transacciones.

¿Cómo afecta al ahorro la expansión de la oferta monetaria?

Examinemos ahora el efecto de la expansión monetaria sobre las existencias de ahorro real. Como la oferta monetaria expandida nunca se ganó, no la respaldan por tanto bienes ni servicios, por decirlo así. Cuando ese dinero se intercambia por bienes, en realidad equivale a consumo que no está respaldado por producción. Consecuentemente, el tenedor de dinero honrado (es decir, una persona que ha producido riqueza real) que quiera ejercer su derecho sobre bienes descubre que no puede recuperar todos los bienes que produjo previamente e intercambió por dinero.
En pocas palabras, descubre que ha bajado el poder adquisitivo de su dinero (en realidad le han robado por medio de una política monetaria laxa). Por tanto, la impresión de dinero no puede generar más ahorro, como sugieren los economistas ortodoxos, sino más bien su redistribución. Esto, a lo largo del proceso, perjudica a los generadores de riqueza, debilitando así con el tiempo las existencias de ahorro real. Así que cualquier supuesto crecimiento económico, en el marco de una política monetaria laxa, solo puede producirse mediante un sector privado que consiga hacer crecer las existencias de ahorro real a pesar de los efectos negativos de la política monetaria laxa.
Podemos por tanto concluir que el ahorro no trata de dinero como tal, sino de bienes y servicios finales que respaldan a diversas personas  que se dedican a diversas etapas de producción. No es el dinero lo que financia la actividad económica, sino el flujo de bienes y servicios finales de consumo. La existencia de dinero solo facilita el flujo de las cosas reales.

Publicado originalmente el 12 de febrero de 2015. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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