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jueves, 21 de enero de 2016

Más estímulos, ¿mayor problema?


Más estímulos, ¿mayor problema?

Los estados se financian a tipos artificialmente bajos, y eso ayuda si se hacen reformas estructurales -como hizo nuestro país- y se corrigen desequilibrios, pero también crea un incentivo perverso

Foto: El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi. (Reuters)
El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi. (Reuters)


"Draghi referring us to 2018 forecasts as he confesses that the ones for 2016 are wrong", Shaun Richards

Un poco de alivio. La bolsa se recuperó ayer ante las palabras de Draghi, presidente del Banco Central Europeo.

Pero los datos muestran que el plan de estímulos, como dijimos en esta columna, no funciona. Ni siquiera ha dado la deseada "euforia por gas de la risa monetario", dejando a multitud de inversores atrapados ante la promesa de que "los bancos centrales apoyan".

Cuando se lanzó el QE del Banco Central Europeo, el exceso de liquidez en el sistema era de unos 125.000 millones. Ayer, cuando las palabras de Draghi daban un respiro a las bolsas, superaba los 639.000 millones de euros.

Eso muestra que ni los tipos ultrabajos ni el chute de liquidez hacen que los agentes económicos inviertan o pidan más crédito.

No solo eso, sino que las estimaciones de crecimiento, desempleo y precios se han tenido que revisar a peor

Ni los tipos ultrabajos ni el chute de liquidez hacen que los agentes económicos inviertan o pidan más crédito

Y la promesa de nuevos estímulos puede que sostenga los activos financieros a corto plazo, pero ya hemos visto, en pleno programa de recompras, que el riesgo y la fragilidad aumentan. Los estados se financian a tipos artificialmente bajos, y eso ayuda si se hacen reformas estructurales -como hizo nuestro país- y se corrigen desequilibrios, pero también crea un incentivo perverso a endeudarse más, tirar de déficits excesivos y retrasar reformas, algo que el propio Draghi repite una y otra vez. Pero como quien oye llover.

Y es que el problema de Europa no es de liquidez, ni de acceso a crédito, sino de exceso de capacidad y endeudamiento soberano, que se financia con impuestos crecientes y represión financiera, reduciendo la capacidad marginal de consumo y de recuperación al perpetuar dicha sobrecapacidad y sostener a los sectores endeudados e ineficientes.

La mayor parte de la masa monetaria emitida por el Banco Central Europeo no encuentra lugar donde invertir. En el caso de algunas emisiones de bonos, el BCE supone ya más del 100% de la demanda. La capacidad de compra supera a las necesidades de financiación netas de muchos países. No falta liquidez, sobra capacidad y falta crédito solvente, al menos falta demanda del mismo en la cantidad monstruosa que supone el estímulo mensual, 60.000 millones.
El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi. (Reuters)
El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi. (Reuters)
Se vuelve a demostrar lo que llevamos diciendo años. El banco central puede mitigar o poner parches a algunos problemas puntuales de pánico, pero no soluciona problemas estructurales. 

El banco central no puede imprimir crecimiento ni crear inflación porque lo decida un comité.

Si atendemos a las previsiones más optimistas de necesidades de inversión en Europa -y son muy exageradas-, el total -350.000 millones- es alrededor de la mitad de lo que 'imprime' el BCE cada año. ¿Dónde invertimos el resto? Se va a inflar activos financieros y perpetuar burbujas.

El problema de Europa no es de falta de inversión tras dos décadas de planes industriales que han dejado una sobrecapacidad del 20% y una enorme deuda. Es de exceso de gasto.

Europa no puede 'disfrazar', cubrir con azúcar monetario un problema de sobrecapacidad interno, el impacto de China, el crudo y el frenazo de emergentes

Europa no puede 'disfrazar', cubrir con azúcar monetario un problema de sobrecapacidad interno, el impacto de China, el crudo y el frenazo de los emergentes que ralentizan el crecimiento global. Porque, entre otras cosas, esas mismas fuerzas depresoras son consecuencia de los excesos de estímulo globales anteriores. 

Draghi es consciente de los riesgos. Siempre repite que la política monetaria es solo una herramienta y que sin reformas estructurales no funciona. Y nadie puede decir que no hace lo que le piden. Pero los inversores deben saber también que caer en la trampa de la liquidez y la política monetaria como último asidero que sujete los activos de riesgo es un juego peligroso que ya ha quemado a muchos. La cautela debe imponerse.

Si 720.000 millones de euros anuales y tipos a cero no han generado los resultados apetecidos -como sabíamos que iba a ocurrir-, el que piense que una cantidad superior y tipos negativos lo va a conseguir, sueña.

Los estados solo pueden hacer una cosa, y es ya urgente. Políticas de oferta y mejoras de renta disponible de empresas y familias que hagan que Europa salga del estancamiento, no incentivos para que sigamos cavando el agujero de dos décadas de gasto y deuda.

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