POR Roberto Casado
Cuando el petróleo bajó hasta cerca de los 10 dólares durante 1998, por la crisis financiera en Asia, las bolsas occidentales siguieron subiendo sin descanso hasta el pinchazo de la burbuja tecnológica dos años después.
Ahora, sin embargo, el descenso del precio del crudo va casi en paralelo al de la renta variable. En el último mes, el barril ha caído de 36 a 29 dólares, y el índice estadounidense S&P 500 de 2.050 a 1.880 puntos.
Tres factores pueden explicar esta nueva correlación. El primero es que los inversores creen que el actual frenazo en China, además de provocar en parte la debilidad de las materias primas, pone en riesgo la recuperación de la economía global.
La segunda razón es el peso del sector energético en el mercado de bonos. Muchas petroleras americanas, que se han financiado con esos títulos, podrían correr peligro de insolvencia por el desplome del crudo, lo que está generando temblores en los precios de la deuda, lo que suele preceder a los ajustes bursátiles.
El último efecto negativo del crudo barato para las bolsas llega por los fondos soberanos de países petroleros. Tras años comprando participaciones de empresas cotizadas, esas instituciones podrían en 2016 vender acciones en las Bolsas por 75.000 millones de dólares (70.000 millones de euros) para compensar en parte los menores ingresos de sus Gobiernos por la exportación de energía, según el banco JPMorgan.
Este abandono de posiciones, unido al de los pequeños ahorradores (en lo que va de año ya han salido 20.711 millones de dólares de los fondos de inversión en Bolsa, estima BofA Merrill Lynch) puede hacer difícil la recuperación del mercado tras el correctivo en el inicio de 2016.
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