Como podéis ver, el precio del petróleo fue muy estable cuando estábamos en el pseudopatrón oro. Los datos también muestran una dramática inestabilidad durante el patrón dólar fiduciario de papel (después de 1971). Además, en general, el precio del petróleo se mueve en general como sugerirían los austriacos, aunque la política monetaria no sea el único determinante de los precios de este y evidentemente no hay una relación numérica estable entre las dos variables.
Otra materia prima que es notable por su alto precio es el oro. El precio del oro también aumenta en el auge y cae durante el declive. Sin embargo, como la última recesión acabó oficialmente en 2009, el precio del en realidad se ha doblado. La política de tipos de interés cero de la Fed ha hecho que el coste de oportunidad del oro sea extraordinariamente bajo. La inyección monetaria masiva ha creado una enorme subida en el precio del oro. Sin sorpresas.
En realidad, los precios de las materias primas aumentaron en todos sus rubros. El Índice de Precios de la Producción para materias primas muestra un patrón similar al del petróleo y el oro. El IPP de materias primas fue más estable durante el pseudopatrón oro con más volatilidad después durante el patrón papel fiduciario posterior a 1971. El índice tiende a repuntar antes de una recesión y luego a retroceder durante y después de esta. Sin embargo, el IPP de materias primas ha vuelto a niveles máximos históricos.
Los precios altos parecen ser la norma. La bolsa y los mercados de bonos de EEUU están en máximos históricos o cerca de ellos. Los terrenos agrícolas en EEUU están en máximos históricos. El mercado del arte contemporáneo en Nueva York está en auge con ventas récord y precios altos. Los mercados inmobiliarios en Manhattan y Washington DC están ambos en máximos históricos, como predecirían los austriacos. Después de todo, allí se crea el dinero y es el lugar en el que mucho de este se inyecta en la economía.
Esto ni siquiera considera cuáles serían los precios si la Fed y los bancos centrales mundiales no hubieran actuado como lo hicieron. Los precios de las viviendas serían inferiores, los precios de las materias primas serían inferiores, el IPC y el IPP serían negativos. Las familias de renta baja habrían visto un aumento en su nivel de vida. Los ahorradores tendrían un rendimiento decente en sus ahorros.
Por supuesto, la bolsa y el mercado de bonos también mostrarían precios significativamente más bajos. Las acciones de los bancos se desplomarían y los bancos malos cerrarían. Financieras, fondos de capital riesgo y bancos de inversión habrían colapsado. Los inmuebles en Manhattan estarían en el pozo. El mercado para gestores de fondos, operadores de fondos de capital riesgo y banqueros se evaporaría.
En otras palabras, lo que decidió hacer la Fed acabó haciendo más ricos a los ricos y más pobres a los pobres. Si no se hubieran embarcado en la política monetaria más extrema y heterodoxa que se recuerda, los pobres habrían experimentado un aumento relativo en su nivel de vida y los ricos habrían experimentado una disminución colectiva en su nivel de vida.
Hay otras razones importantes por las que los precios del consumo no han crecido al tiempo que la oferta monetaria al ritmo drástico de petróleo, oro, acciones y bonos. Parecería que las políticas inflacionistas y keynesianas seguidas por EEUU, Europa, China y Japón han generado un entorno económico y financiero en el que los banqueros temen prestar, los empresarios temen invertir y todos temen las divisas con las que se ven obligados a resistir.
En otras palabras, la razón por la que las predicciones de inflación de precios no se materializaron es que las recetas políticas keynesianas como rescates, paquetes de estímulo e inflación monetaria masiva han dejado de funcionar y en realidad han ayudado a destrozar la economía.
Publicado el 16 de enero de 2013. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.
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