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sábado, 20 de diciembre de 2014



¿Llamáis austriaco a esto?

9 Noviembre, 2012
Autor: 

[The Financial Crisis and the Free Market Cure: Why Pure Capitalism Is the World Economy's Only Hope • John A. Allison • McGraw Hill, 2012 • Viii + 278 páginas]
Este libro contiene la frase más extraña que haya leído nunca acerca de la actual crisis financiera o incluso acerca de cualquier crisis financiera. John Allison, Presidente del Instituto Cato, escribe:
También pensé en titular el libro De cómo la Crítica de la razón pura de Immanuel Kant (1783) causo la crisis financiera, pero eso era demasiado críptico para la mayoría, aunque era más ajustado, ya que Kant fue el principal opositor filosófico de la razón que puso fin al siglo de la ilustración (XVIII) que moldeó indeleblemente la fundación de Estados Unidos. (p. 255, n.3)
No basta con que Kant esté en el origen del nazismo, como ha demostrado tan contundentemente Leonard Peikoff en Ominous Parallels. (No sorprende que Allison admire a este gran pensador e intelectual contemporáneo. “El libro de Leonard Peikoff, Objectivism: The Philosophy of Ayn Randme permitió integrar la filosofía de Rand y utilizarla como una gran ventaja competitiva para mí y para BB&T”. [p. 227]). No, ¡también causó la recesión de 2008! La forma en que este ametrallador de la mente produjo la catástrofe no es visible en modo alguno. Tal vez, al debilitar la confianza en la razón, el destruccionismo de Kant hizo a la gente ciega a los errores de las doctrinas inflacionistas que llevaron a la ruina financiera. ¿Pero no eran populares las políticas inflacionistas y mercantilistas mucho antes de Kant?
Por suerte no tenemos que tratar de aclarar esta cadena causal tan poco transparente. Allison no desarrolla más este intrigante comentario. Por el contrario, su principal línea de aproximación parece mucho más prometedora. Es un estudioso de la economía austriaca y propone utilizar ideas de esa teoría para analizar lo que ha ido mal desde 2008. No es solo un banquero con un gran éxito, sino, nos dice, también un intelectual.
He tratado de tener personalmente los atributos necesarios para un aprendizaje durante toda la vida. Todos los meses leo un libro difícil (normalmente uno de que estuviera relacionado directamente con los negocios) y remito los mejores a nuestro equipo de liderazgo. (…) He estudiado particularmente la economía austriaca. (…) Un conocimiento profundo de la escuela económica austriaca es una tremenda ventaja competitiva a la hora de tomar decisiones económicas a largo plazo. (Deberíais leer La acción humana de Ludwig von Mises). (p. 238)
Uno vacila al cuestionar a un intelectual tan preparado (lee un libro difícil cada mes), pero su conocimiento de la teoría austriaca no es adecuado para la tarea que se ha impuesto. Aunque menciona a Mises y Hayek una pocas veces, nunca se refiere a lo que tienen que decir sobre el ciclo económico. Dice, por ejemplo: “Ludwig von Mises probó la inutilidad de la planificación centralizada en sus numerosos libros, incluyendo La teoría del dinero y del crédito (1913 [sic]), Socialismo(1922) y La acción humana (1940 [sic])”. (p. 34) Muy cierto, pero en dos de esos libros, Mises explicaba con algún detalle el ciclo económico: ¿por qué no hablar de lo que escribió?
Allison también dice acerca de Hayek:
El economista de libre mercado y premio Nobel, Friedrich Hayek, destacó un concepto al que llamó la fatal arrogancia. Es la creencia por parte de los intelectuales elitistas de que son más inteligentes que la realidad de los mercados. (p. 31)
Si Allison mirara la razón por la que Heyk ganó el premio Nobel, encontraría una referencia a la “teoría de la fluctuaciones económicas y del dinero”. ¿Habría sido para él una buena idea consultar las obras relevantes de Hayek sobre el tema? Por supuesto, a Murray Rothbard no se le menciona en absoluto: es persona non grata en el Instituto Ayn Rand.
La ignorancia de Allison de las fuentes esenciales de la teoría austriaca del ciclo económico le lleva al error. Apunta correctamente que el expansión de la oferta monetaria de la Fed desempeñó el papel protagonista en generar la crisis económica, pero equivoca el asunto central. Para él, el problema reside principalmente en el hecho de que el aumento en la oferta monetaria alimentó una burbuja en el mercado inmobiliario. En lugar de invertir en bienes de capital, la gente buscó locamente beneficiarse de aventuras especulativas en la vivienda, un bien de consumo.
Allison no menciona que, de acuerdo con la teoría austriaca, la expansión del crédito bancario afecta temporalmente al balance entre el tipo de interés bruto del mercado y el tipo “original”, determinado por la tasa de preferencia temporal de la gente. (Si no me equivoco, la preferencia temporal nunca se menciona en el libro).[1] Al perturbar este balance, se distorsiona toda la estructura de producción. Las empresas utilizan el crédito bancario expandido para invertir en proyectos que no pueden sostenerse, dadas las existencias de bienes de capital. En el libro que Allison recomienda correctamente, Mises dice:
Sean cuales sean las condiciones, es seguro que ninguna manipulación de los bancos puede proporcionar bienes de capital al sistema económico. Lo que se necesita para una expansión sólida de la producción son bienes adicionales de capital, no dinero ni medios fiduciarios. El auge se construye sobre las arenas de los billetes y los depósitos. (La acción humana, p. 559)
Tal vez aparte de recomendar el libro a otros, Allison tendría que haberlo estudiado.
Aunque Allison sí menciona la “mala asignación de capital”, para él este intrincado proceso se ha visto reducido en gran medida a problemas en un sector, aunque sea importante, de la economía: el mercado inmobiliario.
La causa principal de la Gran Recesión fueron unas malas inversiones masivas en inmobiliario residencial. Construimos demasiadas casas, demasiado grandes y en lugares equivocados. (…) En otras palabras, al invertir demasiado en vivienda, invertimos demasiado poco en capacidad de fabricación, tecnología, educación, agricultura y otras áreas similares. (pp. 9-10)
(A pesar de hablar aquí de “malas inversiones”, está claro que Allison considera comprar una casa como un gasto de consumo). Es completamente correcto que, en la teoría austriaca, la expansión del crédito bancario puede causar un auge en los bienes de consumo, así como en los de producción y Mies fue firme en que la visión austriaca puede calificarse como una visión de malas inversiones, no de exceso de inversiones. Así que es ir demasiado lejos pasar por austriaca una visión de poca inversión.
Tal vez Allison replicaría que no está tratando de exponer teoría austriaca: por el contrario está en desacuerdo con ella. ¿No nos debería entonces alguna explicación de qué tiene de incorrecto la postura de Mises? La olvida completamente. Aunque no puedo probarlo, sospecho que no es consciente de que su visión del ciclo es diferente de la de Mises.
Allison demuestra un conocimiento insuficiente de la obra austriaca en otro asunto. Acepta la afirmación de Milton Friedman de que la Fed redujo drásticamente la oferta de dinero al iniciarse la Gran Depresión, empeorando así gravemente la condiciones: “Está clara la evidencia de que la fase temprana de la Gran Depresión  fue principalmente una crisis de liquidez, producida por la reducción de arbitraria de la Fed de la oferta monetaria” (p. 70). No menciona la crítica de Murray Rothbard a esta opinión; repito que Rothbard no debe explicarse o citarse. Si está en desacuerdo con Rothbard, ¿no debería explicar por qué? Otra vez sospecho que Allison no conoce la polémica.
¿Qué ha pasado? ¿Por qué ha escrito Allison una explicación aparentemente austriaca de la crisis financiera que muestra tan poco conocimiento de la teoría austriaca? La respuesta puede residir en parte en una nota en los reconocimientos: “Richard Salsman me ayudó con una gran cantidad de investigación y proporcionó la mayoría de las notas a pie de página” (p. 278).
Ayn Rand preguntaba: “¿Quién es John Galt?” Si, emulándola, preguntamos “¿Quién es Richard Salsman?”, la respuesta está al alcance de la mano. Es un economista objetivista que, increíblemente, considera a Mises como un enemigo del libre mercado. En un ensayo que apareció en The Abolition of Antitrust, editado by Gary Hull, Salsman decía que Mises
nunca refutó el mito de que los capitalistas, en sus propias palabras, “son sencillamente parásitos que se embolsan los dividendos”. Para Mises, incluso los emprendedores simplemente compran barato y venden caro como un servicio pasivo a los consumidores, quienes, afirma, son los verdaderos motores de la economía y el beneficio. (Abolition of Antitrust, p. 45) [2]
Cuando Allison se ajusta a los asuntos que caen dentro de su experiencia como banquero, como los efectos de Freddie y Fannie en el negocio de los préstamos hipotecarios de viviendas y los problemas de la contabilidad del valor razonable, sus comentarios son a menudo perspicaces: después de todo, es un distinguido banquero con gran experiencia. Sin embargo, cuando entra en la teoría austriaca parece perdido. Si Allison confiaba en Salsman para sus comentarios sobre la teoría del ciclo económico, sus errores serían comprensibles, dados los enormes errores y prejuicios de Salsman. Reconozco de buen grado que mi sugerencia no es más que una especulación.
Si Allison no es en absoluto satisfactorio como exponente de la economía austriaca, ¿está al menos comprometido completamente con el libre mercado? Es un objetivista y, sea cual sea la opinión de uno sobre la filosofía de Ayn Rand ¿no debería cualquier persona normal reconocer que ella y sus seguidores están entre los principales defensores del libre mercado?
Aunque hay que reconocer que Allison reclama un cambio sistemático hacia el capitalismo “puro”, su cambio se queda corto de este laudable objetivo. Robert Wenzel, en una excelente crítica del libro en su  Economic Policy Journal, ya ha llamado la atención sobre varias recomendaciones cuestionables de Allison, incluyendo su apoyo al impuesto de tasa única y los cheques de educación y la oposición a las deducción de los propietarios de viviendas.
Dice que
algunos conservadores argumentan contra el impuesto de tasa única porque afirman que sería más fácil aumentar el impuesto en el futuro. Es ridículo. Un impuesto de tasa única adecuadamente diseñado sería más duro de aumentar por el Congreso porque el aumento tendría un impacto negativo en todos los votantes. (p. 197)
Allison parece haber olvidado que el Congreso a aprobado en muchas ocasiones propuestas que suponen aumentos de impuestos.
Además de las cosas que ha catalogada tan apropiadamente Wenzel, me gustaría llamar la atención acerca del apoyo de Allison al seguro público de desempleo. Cree que el programa actual es excesivo, pero, dice:
Hay muchos trabajadores honrados a los que les gustaría tener un empleo, pero no pueden obtenerlo debido a las leyes del salario mínimo. Es injusto negar el trabajo a la gente y, al mismo tiempo, no proporcionarle prestaciones de desempleo. (p. 213)
Aquí parece que el principio es que los desfavorecidos por la intervención del gobierno puedan reclamar una intervención compensatoria a su favor. ¿No es una idea peligrosa? ¿Por qué no, en la misma línea, un arancel proteccionista para negocios que compiten con empresas extranjeras que reciben subvenciones de sus gobiernos? Dejo que los lectores amplíen la lista.
Igual que Wenzel, encuentro perturbadoras las opiniones de Allison en política exterior. Quiere recortar el presupuesto militar y se opone a las guerras en Iraq y Afaganistán, pero la oposición a estas guerras no permitiría afrontar las amenazas reales, como Corea del Norte, Irán y el “terrorismo islámico”. Como su mentor Peikoff, Allison se encuentre entre quienes “entretendrían a las mentes mareadas con luchas en el extranjero”.
A pesar de los errores manifiestos del libro sobre teoría austriaca, ha cosechado alabanzas de economistas, incluyendo a Tyler Cowen, Peter Boettke y Bruce Yandle. Me reconforta en parte el hecho de que ningunod e estos apoyos mencione a la Escuela Austriaca.

[1] El interés no es, como dice Allison, “el precio del dinero” (p. 31). El precio del dinero es lo que debe intercambiarse para conseguir dinero, es decir, bienes y servicios. El interés, como apunta David Friedman, es la renta del dinero expresada en dinero.
[2] Ver mi reseña en la Mises Review.
Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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