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lunes, 15 de diciembre de 2014

CRISIS ECONÓMICA DE RUSIA

El Banco de Rusia siembra el pánico: el rublo se hunde un 8% y la bolsa, un 10%


El presidente ruso, Vladimir Putin

El Banco de Rusia ha protagonizado este lunes un ejercicio de realidad que está desatando -aún más- el caos en las finanzas rusas. La entidad presidida por Elvira Nabiullina ha reconocido que, en caso de que el petróleo marque un precio de 60 dólares en 2015, la economía rusa se contraerá entre un 4,5 y un 4,7%. 
Semejante previsión sacude los mercados rusos. El índice RTS se desploma un 10%, hasta los 718 puntos, con lo que sigue en mínimos de 2009 y ya acumula una caída del 50% en 2014.
El rublo no se libra del castigo. El euro se dispara un 7,6%, hasta los 78,3 rublos, y el dólar se aprecia un 8%, hasta los 63 rublos. Ambas divisas se afianzan así en máximos históricos contra la rusa. En lo que va de año, el euro se revaloriza más de un 70% contra el rublo y el dólar más de un 90%. 
La sacudida también llega a la deuda pública. La rentabilidad de los bonos rusos a dos y tres años supera ya el 14% y los títulos a 10 años saltan del 13%. A su rebufo, el seguro de crédito (CDS) sobre la deuda pública a cinco años se dispara hasta los 567 puntos básicos, el nivel más alto desde 2009. 
La dura advertencia del Banco de Rusia constata los crecientes problemas económicos y financieros que afronta el país. Por un lado, el desplome del crudo y las sanciones por el conflicto con Ucrania alargan su sombra sobre la economía, que camina irremediablemente hacia su primera recesión desde 2009. Y por otro, el descalabro del rublo agrava las presiones inflacionistas. En noviembre, los precios se encarecieron ya a una tasa interanual del 9,1%, la tasa más alta desde 2011. 
En medio de esta tesitura, el Banco de Rusia está optando por elevar el precio del dinero para intentar respaldar su divisa. En octubre los elevó del 8 al 9,5%y la semana pasado dio otro paso al subirlos hasta el 10,5%. Por el momento, sin embargo, estas maniobras no están sirviendo para sostener al rublo, cuya acelerada caída refresca crecientemente los recuerdos del colapso ruso de 1998. 

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