Leo asombrado que la Comisión Europea va a imponer una “troika ideológica” que supervise los valores morales de las leyes de Polonia, estado esencialmente cristiano y opuesto a la ideología de género, al aborto y al desarme moral de la cultura judeo-cristiana bajo la que edificamos la Europa social y de los derechos. Quienes nieguen dicho origen a tales derechos y valores de los que, aun hoy, gozamos, jamás se molestaron en leer, a pesar de las fortunas que gastamos en educación (líderes en fracaso escolar en Europa) que, por ejemplo, la jornada de ocho horas es herencia de Isabel la Católica, estipulada en las Leyes de Indias, en su testamento, y aplicada desde entonces. Sí, ya sé que escuece, progres.
Vuelvo al tema de la Comisión Europea. Se trata de la “Rule of Law Framework”, una ley que opera como supervisor del Estado de Derecho, y que pretende homogeneizar los derechos civiles y el juego limpio democrático en Europa, ley hasta hoy jamás aplicada. No voy a listar lo poco democráticos que son los casos de corrupción, los millones de abortos que Europa padece, ni la destrucción e invasión cultural que sufren los ciudadanos de Europa, impuestos por un referéndum que aun espero. Tampoco votamos permitir que millones de musulmanes (32), que deben su obediencia solo a un credo (el islam significa SUMISION), vivan entre nosotros imponiendo aquí sus costumbres y usos, esas que te imponen también cuando vas a sus países.
En este original orden de cosas, la política europea aplica altos impuestos del 22% de IVA a productos que ayudan a la natalidad (pañales, comida preparada, biberones, lácteos infantiles), mientras los productos destinados al suicidio poblacional, anticonceptivos y aborto, son subvencionados con un dulce 4% de IVA. La equidistancia entre homosexuales y heterosexuales expolió hasta el concepto de “matrimonio” a la pareja heterosexual. El “gaymonio” significa lo mismo que el biológico, en un intento de igualar lo inigualable, más allá de que les asistan (y yo defiendo) los mismos derechos civiles y políticos que a cualquier ser humano. Las actuales técnicas de fertilización “in vitro”, las madres de alquiler y las operaciones de cambio de sexo, están sustituyendo lo que la naturaleza diseño, y bajo cuyas reglas se ha construido el orbe conocido.
Los derechos sociales y cívicos que a todos nos asisten y aquí defiendo, respetando la diferencia de cada ser humano a ser según siente y quiere, e igual a sus semejantes en derechos civiles, poco durarán, gracias en parte a quienes más ruido hacen en su defensa, autodenominados "progres". Las bajas tasas de natalidad de Occidente y las altísimas del mundo islámico que acogemos en nuestro garantista estado de derecho, provocarán en los próximos 20 años que éstos sean casi la mitad de la población europea. Tras 15 siglos de existencia, el islam no ha sido reformado y su fuente de derecho, la Sharia, sigue vigente. La declaración de derechos humanos fue rechazada por el mundo islámico y Occidente nada hizo ante semejante abominación. Ya hay importantísimas comunidades consolidadas en Bélgica, Francia, Holanda, Dinamarca, Suecia, Inglaterra y Alemania, donde el islam es la única cultura. Empiezan a exigir como fuente de derecho sus leyes y costumbres.
Sus más firmes defensores, autodenominados "progresistas", hoy promueven campañas de señalamiento a los judíos, bajo el epígrafe #BDS, por mantener una firme política de defensa que yo aplaudo, frente a la guerra declarada intolerancia del islam. Más de un siglo persiguiendo y asesinando judíos, dueños de unas tierras que compraron década a década, antes de la declaración de Estado aprobada por la ONU. El BDS progresista es responsable DIRECTO del señalamiento en 2008 del club Bataclan de París, atacado hace poco. Francia ya ha prohibido dicho BDS. En España, aún no. Zapatero, primer impulsor, acaba de recibir un bofetón legal gracias a una demanda promovida por una universidad hebrea, discriminada bajo su gobierno socialista, ese que ha liderado todas las reformas educativas, hundiendo nuestra enseñanza y universidades a los peores ratios en abandono escolar. Las de Israel lideran en excelencia el mundo. ¿Donde están nuestras universidades, pobladas por comunistas?
Las últimas oleadas de ¿refugiados? (el 74% son hombres sanos, ¿dónde están las mujeres, ancianos y heridos?), han puesto en evidencia esta realidad. Varios datos:
- No son refugiados. Son personas de estados fracasados islámicos, que imponen sus costumbres, ideología y fanatismo por la fuerza de una invasión de facto ante la que la Europa de los derechos no ha reaccionado.
- Suecia eliminó el crimen de violación (crimen de guerra) en los años 70. Hoy lidera todos los rankings. Dichos datos se han estado ocultando sistemáticamente por las autoridades políticas, supuestamente para evitar casos de xenofobia y racismo, dejando a sus administrados, los ciudadanos, indefensos ante esta grave situación y ocultando una invasión cultural.
Socializar ha de tener un límite. La socialdemocracia que gobernó Europa, hoy colapsa. No solo son sus estériles valores, también es la economía. En esta Europa desconocida, las comunidades judías ya están empezando a abandonarnos para vergüenza de todos, inseguras ante su incierto futuro, la inseguridad jurídica, la física y el señalamiento reiterado por la izquierda ante la inacción ciudadana. Elites del saber, de la ciencia y la empresa que Europa no puede perder en manos de intolerantes. En España, ya es una realidad.
Frente a las voces discrepantes que denuncian este estado de cosas (me incluyo), la izquierda política apoya la multiculturalidad, la comprensión hacia el islam, las sexistas leyes de género y la integración, a pesar de que, tras más de 40 años de inmigración islámica (fin de los estados coloniales, años 50: Argelia, Túnez, Marruecos, Egipto, etc.), y salvo excepciones, estas comunidades mahometanas no se han integrado. Constituyen guetos étnicos que gozan de nuestras amplias leyes y derechos civiles para, desde ellos y cada día más, exigir el respeto a sus valores, incompatibles con el derecho civil europeo.
Todos los estados europeos poseen una administración gigante, cara y poco eficiente, soportada gracias a una deuda insostenible que rebasa el PIB europeo, soportando gastos superfluos (opulentos edificios oficiales, dietas, prebendas, jubilaciones, coches oficiales, viajes) mientras someten a los ciudadanos europeos, auténticos dueños de estas instituciones. Somos sufridos pagadores del derroche en que viven instalados, mientras soportamos recortes sociales y altos impuestos en una sangrante recesión que solo nosotros sufrimos. Sanear dicha deuda costaría décadas, si es que es posible. El vídeo de aquellos dos abuelos de Ávila cada día tiene más sentido. Es una lección de economía esencial que Europa parece haber olvidado, y que ya en tiempos de Roma Marco Tulio Cicerón advertía:
“El presupuesto debe equilibrarse, el tesoro debe reaprovisionarse, la deuda pública debe ser disminuida, la arrogancia de los funcionarios públicos debe ser moderada y controlada, la ayuda a otros países debe eliminarse para que Roma no vaya a la bancarrota, le gente debe aprender nuevamente a trabajar, en lugar de vivir a costa del Estado” (Cicerón 107 A.C - 43 A.C) ¿Les suena la descripción?
Tras casi mil años de civilización, Roma caía bajo el peso de los bárbaros, quienes se repartían en menos de un siglo el mayor imperio civilizador conocido en el mundo. La diosa Europa, custodio del saber greco-romano en cuyo seno floreció por primera vez el Derecho (pilar del actual Derecho europeo) desaparecía, dejando un sueño evocador que, apenas ya restituido, hoy nos abocamos, de nuevo, a destruir. Roma fue el sostén civilizador que daba cuerpo a las conquistas militares de regiones primitivas, añadía pueblos e incorporaba culturas a la idea romana de convivencia en orden y desarrollo, bajo su concepto de ciudadanía y su filosofía humanista. Este desmoronamiento condujo a Europa a un periodo de pobreza, frío y oscuridad que duró no menos de doce siglos.
Aquellos bárbaros destructores no llegaron solos. Roma, en pleno esplendor civilizador, relegó poco a poco sus obligaciones a pueblos no romanizados, olvidando los valores que cimentaron su éxito y engrandecieron. Hablo de conceptos simples, pero sólidos: La familia como elemento esencial y sustento de todo progreso en cualquier grupo humano (esto no es política, es antropología pura) y la división del trabajo y las responsabilidades entre los integrantes de cualquier comunidad. El proyecto común que creció bajo este sentido de comunidad era la esencia de su unidad y la fuente de la que emanó su fuerza, haciendo grande y productivo lo que acabó siendo un imperio. Estos valores cayeron en decadencia por culpa de elites endogámicas cada vez más corruptas.
En esencia, las funciones de la defensa del Estado, el trabajo común y la idea de ciudadanía fueron entregadas a fuerzas externas de otras culturas, no romanizadas y ajenas a la idea unificadora etrusca. Deudores de otros credos y valores, un día, ante la debilidad del imperio, tomaron el poder, acabando con lo que Ramiro de Maeztu llamo “destino en lo universal” si bien no pensando en Roma. La decadencia del primer modelo europeo (Roma) está asombrosamente explicado de forma certera por Huerta de Soto, en clave económica:
“Roma fue víctima de una involución en la especialización y división del proceso comercial, al entrometerse o impedir sistemáticamente las autoridades los intercambios voluntarios en los precios del libre mercado, en medio de un crecimiento acusado de las subvenciones, del gasto público en consumo (“panem et circenses LA TRIBUNA DEL PAÍS VASCO”) y del control estatal de precios.
En el siglo III, la compra de votos y la popularidad se extendió a las subvenciones a los alimentos (“panem”) financiadas por el tesoro público (deuda) a través de la “annona”, así como la organización continua de los juegos públicos más despilfarradores (“circenses”). Como consecuencia, no solo se acabó arruinando a los granjeros italianos, sino que la población de Roma no dejó de crecer hasta que llegó a cerca del millón de habitantes. (¿Por qué hacer el esfuerzo de trabajar tu propia tierra cuando sus productos no pueden venderse a precios rentables, ya que el estado los distribuye casi gratis en Roma?)
La forma de actuar evidente fue abandonar el campo italiano y mudarse a la ciudad, vivir del estado romano del bienestar, cuyo coste no podía afrontar el tesoro público y no podía cubrirse reduciendo en contenido en metal precioso en la moneda (es decir, mediante inflación). El resultado fue inevitable: una caída descontrolada en el poder adquisitivo del dinero, es decir, una revolución al alza en los precios, a lo que las autoridades respondieron decretando que los precios permanecieran fijados a sus niveles anteriores e imponiendo sentencias extremadamente duras a los incumplidores. El establecimiento de estos precios máximos llevó a escaseces extendidas (ya que, con los bajos precios fijados, ya no era rentable producir y buscar soluciones creativas al problema de la escasez, mientras al mismo tiempo el consumo y el derroche seguían siendo animados artificialmente). Las ciudades empezaron gradualmente a quedarse sin provisiones y la población empezó a abandonarlas y volver al campo, a vivir en condiciones mucho peores en una autarquía, a un nivel de mera subsistencia, un régimen que puso los cimientos de que posteriormente sería el feudalismo. Es el proceso de descivilización, que deriva de la demágogica ideología socialista típica del estado de bienestar y del intervencionismo del gobierno en la economía”
Tremendo. Quienes siguen hoy la actualidad política y económica de España, inserta en el proyecto Europeo, no podrán dejar de asombrarse por las similitudes 13 siglos después. Europa es una unión de mercaderes instalados en unos aparatos de estado inflacionario, deficitario y endogámico, desde donde los correctores valores esenciales de la civilización judeo-cristiana, cimentada en la herencia greco-romana ya han sido relegados en la praxis. Las pocas naciones que aun los sustentan viven momentos de crisis, señaladas por lo políticamente correcto y las nuevas ideologías socialdemócratas.
Si no hacemos nada, será el fin de nuestra Europa… y el comienzo de su Eurabia.
Los bárbaros ya están aquí.
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