Estos tiempos de cambio de Era son una oportunidad única para el estudio de procesos de degradación de un orden establecido y de su substitución por otro, que nadie garantiza que sea mejor, un fenómeno que, obviamente, tiene efectos económicos. Ante estas circunstancias, una de las cosas que debemos hacer los economistas, aparte de estudiar y dejar registro de esos fenómenos, es intentar explicarlos y, en lo posible, recomendar las mejores soluciones, primero para nuestro país y luego, para el resto, según una progresión de proximidad económica y cultural. Es por ello que hoy nos detendremos a observar los primeros efectos del Brexit sobre Gran Bretaña.
El daño a la confianza.
Aunque vivimos cierto impase veraniego, sobre todo político, desde que se celebró el referéndum el pasado 23 de junio sus consecuencias siguen inexorablemente y,más allá de los efectos cíclicos de la fase de enfriamiento británico, en que ya se notaba una caída de la confianza en el sector servicios (línea verde, siguiente gráfica) y del comercio minorista (línea celeste), lo que se ha producido es un picado en los cuatro macro-sectores de la economía británica, colocándose la confianza empresarial en una situación parecida a la de principios de 2008, en los albores de la Gran Recesión.
Expectativas económicas sobre el futuro.
Lógicamente, junto a esa caída de la confianza empresarial se da un deterioro importante de las expectativas económicas, produciéndose una caída de casi 15 puntos en esos macro-sectores en un solo mes, siendo más llamativa la de los consumidores (línea roja, siguiente gráfica), que serán los más afectados por el aumento de la pendiente de un futuro que, como el de todos, ya era cuesta arriba. Luego está el caso particular de la construcción, con su burbuja, que analizamos en detalle, que afecta la mentalidad de toda la sociedad y cuya explosión puede ser lo mejor que les ha traído el Brexit.
El peso de la Libra.
La moneda británica, que hemos tratado en varios artículos, había conseguido mantener unos niveles en torno a las 1,25 €/£ hasta que salió "out" y, tras el desplome del "exit", se sobre-vendió, recuperándose temporalmente para volver a caer ayudada por la micro-bajada de un cuartillo del Banco de Inglaterra, situándose en torno a los 1,15 €/£; todo esto, lógicamente, tiene un efecto compensado en su índice bursátil principal, el FTSE100, ya que muchas de sus empresas son globales.
En este tema cambiario, como con el de su inmobiliario, podría contar una larga lista de anécdotas sobre la mentalidad burbuja que les domina, pero solo diré que por dicha burbuja, más su déficit de Cuenta Corriente, el cambio estructural que necesitan lleva años, cosa que los españoles conocemos bastante bien y la rotura hecha, hoy virtual, con el mercado único, que ya se nota incluso en las relaciones personales, les pondrá las cosas aún más difíciles si se concreta del todo. Y, por mucho que opiniones interesadas digan que aportan más de lo que reciben del mejor mercado del mundo, todos los nacionalismos corruptos europeos dicen esa mentira, o argumente que su reciente bienestar es independiente de esos clientes, lo cierto es que ya han dañado gravemente su futuro creado una dura barrera con su mejor mercado.
También hay que considerar que su moneda está muy afectada por el negocio financiero y cuando llegue la corrección bursátil pendiente, padecerán otra corrección cambiaria, pudiéndose ir fácilmente a la paridad con el euro; una circunstancia, por cierto, que ya padecen en cierta medida sus viajeros al pasar por las casas de cambio, eso que se ahorran nuestros clientes del euro y que tanto nos beneficia, lo que nos lleva al siguiente punto.
Nuestros mayores clientes turísticos.
De nuestros 68,2 millones de visitantes en 2015, 15,7 MM fueron británicos (crecieron 4,5%), casi un 50% más que los alemanes (que bajaron un 1,2% y los rusos un 32,7%) y, como nórdicos, suizos, holandeses, etc., equivalen a casi a un 20% de su población. Ya sé que muchos son cuasi-residentes - lo serían del todo de no ser por la mala fiscalidad de Montoro - y hacen varios viajes, que con algunos tengo trato cotidiano, pero esa cifra nos da una idea del gran negocio que hacemos con ellos, más allá de que algún progre, que tal vez viva directa o indirectamente delo público, no entienda que los casos graves (¿100?) de mala conducta sobre 68,2 MM de visitantes ("no únicos"), o de que algún municipio tome medidas duras (hace bien) contra esas malas conductas, justifiquen una descalificación total de lo que esun gran negocio (de varios) para un país con 20% de paro y una insuficiencia fiscal grave, en buena parte producidos por las ideicas de los mismos "progresistas" de salón.
Aunque este año, lógicamente, el recién nacido Brexit nos está afectando poco, aunque en la costa ya se resienten desde el inmobiliario a los servicios, lo fuerte vendrá el siguiente; luego están las exportaciones de bienes, claro. En todo caso,si el Brexit se extiende y el panorama político europeo va por ahí, lo pasaremos muy mal y lo suyo sería que trabajáramos para evitarlo; lamentablemente, por nuestra mala forma de gobierno (oligarquía de partidos estatales, la misma de la UE), esa con la dicen querer traerse La City a España y que necesita un año y fórceps para elegir jefe del ejecutivo, hace imposible que el sector público, en esto y en muchas cosas, defienda los intereses de los españoles.
Para colmo, en Bruselas y algunos países (de la ... ¿Unión?), entre fantasía y fantasía,parece que quieren hacerle una guerra económica a Gran Bretaña, país que podría darles clases del tema, pues lleva haciéndolo casi desde los tiempos de Enrique VIII, el panorama empeora, aumentando el riesgo de una futura guerra comercial, desaparición del euro y ruina general para todos, algo que haría las delicias de nuestros competidores externos y del corrupto mesianismo político interno.
De momento, Theresa May, que ni de lejos es Margaret Thatcher, va con tiento, siguiendo estos meses de julio y agosto una agenda parecida a la que previmos en la parte final de Rule Britannia y, tras reunirse con aliados históricos y mantenerse dentro de las restricciones parlamentarias que tiene, actúa como si contara con que, dado el clima político y las elecciones por venir en la UE, el tiempo corre a su favor. A lo mejor, al final tenemos suerte y vivimos la doble paradoja de que, Gran Bretaña, sin haberse movido, se ha ido para volver a una UE distinta, democrática, más racional, que haga a sus miembros más fuertes, la única posible. Esperemos que sí.
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