Antes de 1974, la mayoría de la economía austriaca se ocupaba de temas de economía cotidiana. Los Principios de Menger (1871) se ocupan enteramente de valor, precio e intercambio (además de una pequeña sección sobre dinero). Menger pretendía que los Principios fueran una introducción a una obra más larga y completa. La secuela planeada no se escribió nunca, pero por las notas de Menger, nos dice Hayek (1934, p. 69), “sabemos que la segunda parte iba a tratar de ‘intereses, salarios, renta, crédito y papel moneda’, una tercera parte ‘aplicada’, de la teoría de la producción y el comercio, mientras que una cuarta parte iba a explicar la crítica del sistema económico actual y propuestas para una reforma económica”. Los tres volúmenes del gran tratado de Böhm-Bawerk (1884–1912), Capital e interés, se ocupan principalmente de la teoría del capital y el interés, pero también incluyen las famosas secciones (en el volumen II, Teoría positiva del capital) sobre valor y precio, presentando la aproximación de “pares marginales” a la formación de precios. La Economía social de Wieser (1914) es más amplia, como Wieser a lo largo de su carrera, pero sigue centrándose principalmente en cuestiones fundamentales de valor, intercambio, producción, precio de factores y comercio internacional. Los economistas anglo-americanos influidos por los austriacos (Phillip Wicksteed, Frank Fetter, Henry Davenport y J. B. Clark, por ejemplo) también veían el núcleo de la economía austriaca como su teoría del valor y el intercambio, no conocimiento, expectativas y desequilibrio.[1]
Posiblemente el ejemplo más notable de compromiso austriaco con la economía cotidiana es El hombre, la economía y el estado de Rothbard (1962). De los 12capítulos en la edición original, todos salvo dos se centran en detalles de valor, precio, intercambio, capital, dinero competencia y similares. (El capítulo 1 se ocupa de temas metodológicos y ontológicos, el capítulo 12 de la teoría de la intervención del gobierno). Solo la teoría de la producción tiene cinco capítulos. Incluso si se incluye Poder y mercado, el libro contiene poco acerca de expectativas subjetivas, aprendizaje, equilibramiento, órdenes emergentes y similares. Tal vez por esta razón, Vaughn (1994, p. 96) dice que el tratado de Rothbard “debe haber parecido a un lector típico ser una economía más o menos familiar, presentada casi exclusivamente en palabras con pocas definiciones polémicas y algunos extraños gráficos discontinuos”.
El hombre, la economía y el estado pretendía por supuesto ser una presentación más elemental y sistemática de La acción humana de Mises (1949), que cubre un rango más amplio de temas filosóficos, históricos y sociológicos (Stromberg 2004). Por ejemplo, La acción humana empieza con unas largas secciones metodológicas y ontológicas y capítulos sobre “Tiempo” e “Incertidumbre”. Aun así, la mayoría del libro (los 16 capítulos, incluyendo las partes 3, 4 y 5) se ocupan de los temas económicos centrales del valor, el precio y el intercambio. Lo mismo vale, al menos parcialmente, para otra importante contribución de posguerra a la economía austriaca, El capital y su estructura, de Lachmann (1956). El libro de Lachmann incluye explicaciones largas y profundas de las expectativas (capítulo 2) y el “análisis de procesos” (capítulo 3), definido como “un método causal-genético de estudio del cambio económico, siguiendo los efectos de las decisiones realizadas independientemente unas de otras por una serie de individuos a lo largo del tiempo y demostrando cómo la incompatibilidad de estas decisiones requiere su revisión después de un tiempo” (Lachmann 1956, p. 39).[2] Lo que tenía aquí en mente Lachmann es el continuo reajuste de la estructura de capital de la economía (lo llama “rebarajado” y “reagrupación”) al experimentar las empresas con diversas combinaciones de bienes de capital. Sin embargo, está claro que Lachmann tenía un propósito concreto en mente, que era explicar las implicaciones de la heterogeneidad del capital para la teoría de la producción, el crecimiento económico y el ciclo económico. El libro no se centra principalmente en preocupaciones metateóricas, sino en la propia teoría económica del capital.
La principal excepción a este patrón es Hayek, cuyos influentes ensayos sobre el conocimiento (Hayek 1937, 1945) y la competencia (Hayek 1948) aparecieron a mediados de siglo.[3] Por supuesto, la reputación de Hayek en este momento se basaba en sus contribuciones técnicas a la teoría monetaria y del ciclo económico (ver los ensayos recogidos en Hayek 2008) y el principal interés de Hayek, desde sus primeros escritos a finales de la década de 1920 hasta su traslado a Chicago en 1950, siguió siendo la teoría económica, definida convencionalmente.[4] Más en general, aunque muchos miembros de compañeros de viaje de la Escuela Austriaca escribieron sobre amplios temas sociales, todos consideraron a la economía técnica como en corazón del proyecto mengeriano.
Por el contrario, La economía del tiempo y la ignorancia, de O’Driscoll y Rizzo (1985) contiene solo unas pocas referencias a Menger y ninguna a Böhm-Bawerk (fuera del capítulo de Roger Garrison sobre el capital). Después de un prólogo, contiene capítulos como “Subjetivismo estático frente a subjetivismo dinámico”, “Conocimiento y decisiones”, “La concepción dinámica del tiempo” y “La incertidumbre en el equilibrio”. Le sigue una sección de aplicaciones, que muestra capítulos sobre “Competencia y descubrimiento”, “La economía política de la competencia y el monopolio” y capítulos sobre capital y dinero. Así que al menos la mitad del libro se ocupa de temas ontológicos y metateóricos, mientras que los principios centrales de valoración, formación de precios y teoría de la producción ocupan relativamente poco espacio. O consideremos el volumen editado de The Market Process: Essays in Contemporary Austrian Economics (Boettke y Prychitko 1994). De las cinco partes principales del libro, solo una “Dinero y banca”, se ocupa principalmente de un tema económico convencional; una sección sobre “Coste y elección” incluye un capítulo sobre teoría de utilidad, pero incluso este capítulo es principalmente ontológico, mientras que el resto de la sección se centra en temas metateóricos (con una sección de aplicación sobre economía política).
Se podría inferir que estas obras tomaron el cuerpo básico de la teoría causal-realista de los precios como dado y tan bien establecido que resultaba innecesario un mayor desarrollo, prefiriendo así concentrarse en aplicaciones avanzadas, fundamentos metodológicos, críticas y similares. Sin embargo, como atestiguan las declaraciones de Vaughn (1994) antes citadas, los austriacos después de 1974 en modo alguno aceptaban los principios centrales de la teoría austriaca de precios como correctos o siquiera como una aproximación distinta en absoluto, frente a una interpretaciones verbal de la economía de Walras y Marshall. Por el contrario, los austriacos después de 1974 han tendido a considerar los temas del conocimiento, la incertidumbre, el precio y similares como la contribución distintiva de la Escuela Austriaca.
Como se señalaba antes, para Vaughn (1994) el más “austriaco” de los textos austriacos clásicos es la colección de ensayos metodológicos deMenger. Estos ensayos trataban de defender la aproximación teórica de Menger frente a los métodos de la última Escuela Histórica Alemana, provocando la feroz reacción de Gustav Schmoller y sus seguidores, que se convirtió en un completo Methodenstreit. Aquí Menger presenta su teoría de las instituciones “orgánicas”, lo que Hayek (1973-79, p. 43) llamaba “orden espontáneo”.[5] ¿Cómo es posible, pregunta Menger (1883, p. 146), “que instituciones que sirven al bienestar común y son extremadamente importantes para su desarrollo aparezcan sin una voluntad común dirigida a su establecimiento?” El ensayo de Menger (1892) sobre el dinero proporciona un ejemplo detallado de este proceso, en el que un medio de intercambio comúnmente aceptado aparece como subproducto de las decisiones de comerciantes individuales de adoptar materiales concretos como moneda. Un patrón monetario, en este sentido, es el “resultado de la acción humana, pero no el resultado de un diseño humano” (Hayek 1948, p. 7).[6] ¿Se relacionan estas ideas con la teoría de precios escrita en los Principios deMenger, de la que están ausentes en buena medida?
Primero, advertid que el pasaje que trata del orden espontáneo ocupa solo dos capítulos cotos (30 páginas en la edición inglesa de 1981) en un libro de 16 capítulos (de 237 páginas). Estos capítulos son innegablemente profundos y han ejercido una gran influencia en la comprensión de los fenómenos sociales por parte de posteriores austriacos (White 1981). Sin embargo, la mayoría del texto se ocupa de la defensa de Menger de la economía como “ciencia teórica”, con “leyes exactas”, en lugar de una ciencia histórica que trata de “economías nacionales” históricamente contingentes. Segundo, los ejemplos de Menger de fenómenos orgánicos no se limitan al lenguaje, la religión, el derecho, la competencia y el dinero. De hecho, Menger introduce el concepto de procesos sociales emergentes con un ejemplo más cotidiano: los precios.
Podríamos apuntar una larga serie de fenómenos de este tipo. Sin embargo tratamos de describir la idea anterior con un ejemplo que es tan chocante que excluye cualquier duda del significado de lo que planeamos presentar aquí. Nos referimos al ejemplo de los precios sociales [es decir, los precios de mercado] de los bienes. Como es bien sabido, son en casos concretos completamente o al menos en parte el resultado de factores sociales positivos, por ejemplo, precios bajo la influencia de leyes fiscales o salariales, etc. Pero en general se forman y cambian libres de cualquier influencia estatal dirigida hacia regularlos, libres de cualquier acuerdo social, como resultados no buscados de movimientos sociales. Lo mismo pasa con los intereses de capital, las rentas de los terrenos, el beneficio especulativo, etc. (1883, p. 146)
En otras palabras, el concepto e orden espontáneo de Menger es simplemente el proceso por el que la interacción voluntaria establece regularidades sociales como precios, salarios, tipos de interés, rentas y similares. No solo el propio sistema de mercado es un producto del orden espontáneo en este sentido, sino que también lo son los precios individuales de mercado.
La presentación de Menger desafía aquí la distinción habitual (Davis y North 1971) entre el entorno institucional (o “reglas del juego”) y las disposiciones institucionales (el juego mismo) que aparecen en ese entorno. La nueva economía institucional (Klein 1998; Williamson 2000) normalmente trata lo primero (el sistema legal, lenguaje, normas y costumbres y similares) como resultados de la acción humana, pero no del designio humano, mientras que los segundo (empresas, contratos, los términos de transacción concretas) como elproducto de un diseño deliberado por parte de agentes concretos. Menger trata a ambos tipos de instituciones como “espontáneas”, lo que significa (generalmente) no dirigidas por planificadores estatales. En otras palabras, para Menger la teoría de precios no es una disciplina técnica independentemente de la investigación de órdenes espontáneos: la teoría de precios es una investigación del orden espontáneo. Repito, en palabras de Menger:
Precios de mercado, salarios, tipos de interés, etc., han aparecido exactamente de la misma forma que esas instituciones sociales que mencionamos en la sección anterior. Pues en general tampoco son el resultado de causas socialmente teleológicas, sino el resultado no pretendido de innumerables esfuerzos de sujetos económicos buscando intereses individuales. (…) Los métodos para la comprensión exacta del origen de las estructuras sociales creadas “orgánicamente” y los de la solución de los principales problemas de la economía exacta son idénticos por naturaleza. (1883, pp. 158-159).
[1] Curiosamente, los austriacos de tercera y cuarta generación estaban totalmente empapados no solo por los escritos de sus predecesores vieneses, sino también por los teóricos del precio megnerianos anglo-americanos. Hayek (1963, p. 32) señala que “en el primer periodo de posguerra, el trabajo de los teóricos estadounidenses John Bates Clark, Thomas Nixon Carver, Irving Fisher, Frank Fetter y Herbert Joseph Davenport nos era más familiar en Viena que cualquier otro economista extranjero, salvo quizá los suecos”. Hayek cita una carta de Clark a Robert Zuckerkandl, en la que Clark alaba la Teoría del precio de Zuckerkandl (1899), diciendo “nada me produce más placer que rendir un completo homenaje a los eminentes pensadores, sobre todo austriacos, que estuvieron en esta campo antes que yo y que han llevado su análisis a mayores alturas” (Hayek 1939, p. 39). Hayek añade que “al menos algunos de los miembros de la segunda o tercera generación de la Escuela Austriaca incluían casi tanta enseñanza de J.B. Clark como de sus profesores cercanos”. Salerno (2006) explica la influencia de Clark en Mises.
[2] Lachmann cita a Hicks (1939), Lindahl (1939) y Lundberg (1937) como principales exponentes del análisis de procesos, aunque estos teóricos no se incluyen habitualmente en la tradición contemporánea de “procesos de mercado”.
[3] Morgenstern (1935) también se ocupó de las expectativas y su papel en la formación de equilibrios económicos.
[4] En la década de 1950, Hayek nos dice:
Me había (…) convertido en un economista algo rancio y sentía muy poca simpatía por la dirección en la que se movía la economía. Aunque aún consideraba el trabajo que había hecho durante la década de 1940 sobre el método científico, la historia de las ideas y la teoría política como excursiones temporales en otro campo, encontraba difícil volver a la enseñanza sistemática de la teoría económica y sentía más bien como un alivio que no estuviera obligado a hacerlo en mis tareas docentes”. (1994, p. 126)
A lo largo de su carrera en la London School of Economics de 1932 a 1949, la principal obligación docente de Hayek había sido el curso obligado en teoría económica. Por supuesto, produjo su primera obra importante en economía política liberal-clásica, Camino de servidumbre, en 1944.
[5] Ver Klein (1997) y Klein y Orsborn (2008), sobre las diferencias entre la explicación de Menger de las instituciones y la comprensión de Hayek del orden espontáneo. Klein (1997) argumenta que la idea de coordinación de Menger está más cerca de la de Schelling (1978) que de la de Hayek.
[6] Ver también Klein y Selgin (2000).