La promesa de bitcoin
Ian Vásquez explica de qué consiste el dinero digital bitcoin y el potencial que tiene dentro de América Latina.
Una moneda que nació en el 2009, que no la administra un banco central ni una sola persona o grupo de personas y que se está usando cada vez más alrededor del mundo, rompió un récord esta semana. El dinero digital de bitcoin llegó a su punto más alto (vale más de US$1.270 por unidad) y también por primera vez sobrepasó el valor del oro.
No sabemos si el día de mañana seguirá incrementando su precio, si se volverá volátil o si se estabilizará. Ni siquiera podemos estar absolutamente seguros si de acá a un año seguirá existiendo, aunque apostaría a que sí. Lo que podemos afirmar sin temor a equivocarnos es que bitcoin es una innovación que ofrece enormes ventajas para sus usuarios y para la sociedad. Para América Latina es una invención prometedora.
Bitcoin es una moneda digital global que se rige a base de reglas claras y transparentes, cuyas transacciones son seguras y públicas y que se administra de una manera absolutamente descentralizada. Es en realidad una tecnología financiera que por su diseño “abierto” y simultáneamente compartido por millones de usuarios no permite ser manipulada, pero sí permite la participación de un número ilimitado de usuarios.
El uso de bitcoin como método de intercambio también garantiza privacidad y una eficiencia que baja costos financieros, posibilita actividad económica que de otra manera hubiera sido reprimida y protege a los usuarios de algunos abusos bajo gobiernos autoritarios. Esas ventajas llegan lejos en América Latina.
No debe sorprender entonces el atractivo del dinero digital en los países que han sufrido de alta inflación, control de precios y de capital y persecución política. Quizás donde más se ha extendido el uso de bitcoin en la región es en Venezuela y Argentina, los países con la inflación más alta. The New York Times reporta que en Argentina bitcoin se “está utilizando regularmente por personas comunes para transacciones comerciales reales”.
En Venezuela, donde el colapso de la economía y la escasez de casi todo —incluso dólares y otro efectivo— se ha convertido en una crisis social y humanitaria, se ha disparado el uso de bitcoin. Los controles de capital han hecho casi imposible importar bienes para gente común y corriente, mientras que la eficiencia y el uso anónimo de bitcoin prestan un enorme valor a esa moneda. De tal manera que los venezolanos que usan bitcoin esquivan a las autoridades al importar medicinas, comidas y otras necesidades, o para manejar sus negocios. Simplemente compran productos de Amazon u otras empresas a través de servicios en línea que aceptan bitcoin.
El uso de bitcoin es prometedor para toda la región. América Latina, por ejemplo, recibió US$70.000 millones en remesas el año pasado. Dado que los cobros por las agencias que hacen transferencias son altos y dado que los costos de usar bitcoin son nulos o ínfimos, su uso es ventajoso. Es más, si el presidente Trump intentara cobrar impuestos a tales transferencias, como alguna vez sugirió, daría un impulso a bitcoin que ofrecería una manera ideal de eludir esos costos.
La moneda digital puede hacer mucho para promover la inclusión financiera. En una región donde la mitad de la población no está bancarizada y donde un creciente porcentaje tiene teléfonos celulares, bitcoin facilita el intercambio simple y con bajos costos, pues no existe una institución financiera de por medio que imponga costos prohibitivos a las transacciones. Bitcoin tiene mucho potencial para los latinoamericanos de pocos recursos.
Este dinero digital está todavía en una fase temprana y falta mucho para que Internet se desarrolle y extienda por América Latina. Por lo tanto, el futuro de bitcoin es favorable. Pero aun si desapareciera la moneda mañana, ya ha hecho una contribución enorme. Tal vez lo más importante de bitcoin es que creó un sistema de contabilidad global y transparente conocido como ‘blockchain’, o cadena de bloques, que registra cada transacción de una manera inalterable y al alcance inmediato de todos. La tecnología de ‘blockchain’ se puede usar para todo tipo de contrato y registro, desde la titulación de la propiedad, como sugiere Hernando de Soto, hasta los matrimonios o acuerdos comerciales.
Están dadas las bases para minimizar el peso burocrático de las autoridades y los notarios, y para conectar hasta a los más aislados al resto del mundo.
Este artículo fue publicado originalmente en El Comercio (Perú) el 4 de marzo de 2017.
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