No hace mucho, en un estupendo post, Brad DeLong nos contaba cómo explicar a un alumno qué es un ciclo económico. En él, en sus primeras líneas, el profesor DeLong escribía que “por alguna razón […] las personas deciden que están gastando mucho más de lo deseable en bienes y servicios” y que de este modo, de repente, “deciden gastar menos y por ello aumentar su posición financiera“, es decir, ahorrar. Este es, para el profesor, y para muchos, la razón principal por la que puede iniciarse una recesión, o al menos una contracción de la actividad productiva.
Por otro lado, el profesor de la Universidad de California en Los Ángeles, Roger E. Farmer, nos describe en su magnífico blog cómo los “animal spirits” pueden condicionar el devenir del consumo, de la inversión y en consecuencia de la producción, no sólo en el corto plazo sino además en el largo plazo. Al hilo de lo transcrito del profesor DeLong, el profesor Farmer nos vendría a recordar que aquella “por alguna razón” puede venir motivado por el cambio en las expectativas (racionales o no) de los agentes económicos frente al futuro que estar por venir.
La Teoría Económica ha avanzado en el intento de comprender las razones que pueden motivar a dichos agentes económicos a cambiar su perspectiva sobre el futuro
Recientemente, y como necesidad de dar respuesta a numerosas cuestiones surgidas tras la Gran Recesión, la Teoría Económica (mainstream) ha avanzado en el intento de comprender las razones que pueden motivar a dichos agentes económicos a cambiar su perspectiva sobre el futuro y que en definitiva puede provocar expansiones o recesiones económicas. Entre estos últimos avances está teniendo cada vez más relevancia el concepto de las noticias, de la información, como variable que puede modificar las expectativas de los empresarios y consumidores y llevarlos a tomar las decisiones que de un modo u otro provocará un ciclo económico. Recomiendo la lectura de algunos trabajos que a este respecto han desarrollado nuevos análisis muy satisfactorios (aquí, por ejemplo).
Dicho esto, ¿qué tiene que ver la incertidumbre política con esta renovada visión sobre ciclos económicos? Es evidente que mucho. En estos días no son pocos los economistas, periodistas, tertulianos, analistas de mercados etc que alertan sobre los costes de la falta de gobierno, e incluso de la posibilidad del advenimiento de un ejecutivo claramente enfrentado a los intereses, legítimos, o no, de los empresarios y del resto de agentes económicos. El argumento habitualmente expuesto es que la falta de gobierno y/o la incertidumbre sobre el mismo, lleva a la paralización de proyectos de inversión, a posponer el consumo de bienes duraderos, y que habitualmente necesitan ser financiados, además, de la salida de capital foráneo en busca de destinos que ofrezcan mayor estabilidad a corto y medio plazo. Todos estos argumentos se resumen en que la incertidumbre política afecta a la confianza de los ciudadanos y empresarios, y esto, en definitiva, nos puede llevar, si no se remedia, a un menor crecimiento económico y, por qué no, a una posible nueva recesión.
En este sentido, el equipo de Rafael Domenech en el BBVA Research ha publicado un estudio muy interesante además de ameno -se puede leer con una gran caja de palomitas- dónde intentan valorar el efecto que la incertidumbre política puede tener en el crecimiento económico español en 2016 y 2017. Sus estimaciones, que ellos mismos alertan de que deben ser leídas con perspectiva dada la dificultad de llevar a cabo tal cálculo, nos dice que la ausencia de gobierno afectará al crecimiento económico español en 2016 en una merma de entre un 0,2 y un 0,5 %, y de entre el 0,3 y el 1,1 % en 2017.
Por otro lado, no hace mucho, mi estimado John Müller nos contaba en su columna habitual y en las redes sociales que un economista (de cuyo nombre no quiere acordarse) señalaba que era fácil saber cuánto “costaría” la incertidumbre política: “una décima por mes de incertidumbre”, le dijo.
Aunque personalmente considero algunas cifras que se barajan elevadas, sí es cierto que la incertidumbre y el crecimiento no se llevan bien, y aunque de nuevo creo que su efecto, como nos afirma el BBVA no va a ser excesivo en 2016, a largo plazo sí es posible que el calado de la corrección sea más intenso.
Que la incertidumbre puede provocar recesión, es un argumento profundamente keynesiano
Lo curioso de todo este revuelo es que tal argumento, que la incertidumbre puede provocar recesión, es profundamente keynesiano. Lo es porque afirmar que las expectativas y el espíritu existente entre los agentes económicos afectará a la demanda y desde ahí a la producción, renta y riqueza. no puede ser más keynesiano. Asumir que la incertidumbre genera menor crecimiento es asumir que las expectativas son importantes. Asumir que las expectativas son importantes es asumir que la psicología, lo que espero, la valoración del futuro y lo que crea o no crea que va a ocurrir, tiene efecto inmediato sobre mis decisiones de hoy. En consecuencia, una vez que valoro dichas expectativas, racionalmente o no, cambio mi decisión de hoy frente a la que habría tomado si esta nueva información, positiva o no, no hubiera llegado. Asumir esto, es reclamar a los “animal spirits” como creadora de ciclos económicos. Asumir esto, es asumir que Keynes estaba en lo cierto.
Pero vayamos más lejos. Supongamos por un momento que en las próximas semanas aumenta la probabilidad de que una coalición PSOE-Podemos forme un ejecutivo. En dicho caso, no es una opinión sesgada ni un juicio de valor sino una traslación de la opinión que emerge de los comunicados de los empresarios, estos asumirían un mayor riesgo que si, por ejemplo, cobrara realidad un gobierno dirigido por el PP y apoyado directa o indirectamente por Ciudadanos y PSOE. Supongamos que esto es así. ¿Qué ocurrirá con dicha incertidumbre? Pues que aumentaría. Dicho incremento, tal y como defienden muchos analistas, reducirá la inversión y alejará el capital de nuestro país. La consecuencia a corto plazo sería claramente una caída en las tasas de crecimiento de nuestra economía.
Si tal recesión ha sido causada por elementos ajenos a la economía, sólo porque los “animal spirits” ha hecho de las suyas, ¿no estaría justificada una intervención para corregirla?
Pero supongamos que finalmente, después de un tiempo barruntando esta posibilidad, no se formase tal gobierno y unas nuevas elecciones otorgaran dicha posibilidad a un candidato del PP o de consenso más del acomodo entre aquellos que invierten. En dicho caso, la recesión o reducción del crecimiento, una vez iniciado, puede estar instalado dentro de la economía española de tal modo que esto nos lleve irremediablemente a la contracción a la que en el párrafo anterior aludía. Sería una contracción gratuita, sin fundamento alguno, sólo provocada por una incertidumbre finalmente despejada. En dicha situación mi pregunta es que si tal recesión, contracción o menor crecimiento ha sido causado por elementos ajenos a la economía, sólo porque los “animal spirits” ha hecho de las suyas, ¿no estaría justificada una intervención para corregirla?
En resumen, asumir que la incertidumbre política puede afectar al crecimiento económico a corto plazo es asumir elementos keynesianos en el modelo económico que creemos que rige. En consecuencia, será contradictorio negar la posibilidad de intervenir si asumimos que la incertidumbre puede afectar a la inversión, a la demanda y en consecuencia a la producción y al empleo. Yo lo tengo muy claro. ¿Lo tendrán más claro otros?
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