Buscar este blog

martes, 7 de abril de 2015

Por qué necesitamos deflación y tipos de interés más altos

3 Abril, 2015


La Fed lleva aparentemente el paso ligeramente cambiado con otros banqueros centrales, ya que recientemente insinuó posibles subidas futuras de tipos en la nota oficial tras su reunión del 20 de marzo de 2015. Pero, como han reconocido muchos comentaristas, Janet Yellen, una fuerte defensora de la política keynesiana de más inflación como cura para el desempleo, rebajó posteriormente la importancia de la nota. Tuvo cuidado de indicar que los tipos permanecerías bajos durante el futuro cercano y cuando empiecen los aumentos en los tipos (si lo hacen), serán mesurados. La Fed, como los banqueros centrales en los demás lugares, sigue comprometida con un objetivo de inflación del 2% al estar continuamente dirigida por el miedo a la deflación, un miedo que no está soportado ni por una buena teoría económica ni por una historia económica adecuadamente interpretada.
Los errores de la deflacionfobia pueden verse en el excelente y recién publicado In Defense of Deflation, de Philipp Bagus. Bagus apunta:
En la ortodoxia económica, hay básicamente dos ramas principales en la teoría contemporánea de la deflación. La primera puede representarse con economistas que de alguna manera están inspirados por teorías keynesianas, como Ben Bernanke, Lars E.O. Svensson, Marvin Goodfriend o Paul Krugman. El primer grupo teme que la deflación de precios pueda poner a la economía en una trampa de liquidez y se opone categóricamente a toda deflación de precios. Representa la deflacionfobia en su forma más clara.
Son estos teóricos y sus colegas los que actualmente dominan el pensamiento del banco central y defienden (de forma débil y a menudo solo con un imperativo) un margen positivo de inflación.
Bagus sí reconoce un segundo grupo de economistas ortodoxos con una visión más equilibrada de la deflación:
La segunda rama tiene representantes como Claudio Borio, Andrew Filardo, Michael Bordo, John L. Lane y Angela Redish. Inspirada por la Escuela de Chicago, el segundo grupo está más orientado hacia la libertad. Bordo, por ejemplo, se doctoró en la Universidad de Chicago. Este grupo distingue entre dos tipos de inflación: inflación buena e inflación mala.

La deflación lleva a aumentos en los tipos reales de interés, lo que trae una recuperación

Sin embargo los principales opositores a este excesivo énfasis de economistas y prensa ortodoxos sobre los supuestos males de la deflación han sido los austriacos. En sus ensayos, “A Reformulation of the Austrian Business Cycle Theory” and “An Austrian Taxonomy of Deflation” Joseph Salerno desmantela la inflacionfobia y expone los beneficios de tipos más altos de interés. Además, “A Reformulation” es también una sólida argumentación sobre por qué la política actual retrasa la recuperación y por qué es esencial una política que permita a los mercados financieros ajustarse a un nuevo tipo natural más alto de interés para restaurar la normalidad y la prosperidad. Salerno empieza examinando por qué es tan incómodo que una economía deba ajustarse para arreglar las malas inversiones y el exceso de consumo que aparecieron en la fase de auge:
La TACE, cuando se formula correctamente, sí requiere asimetría entre las fases de auge y declive del ciclo económico. Las malas inversiones y el exceso de consumo que se producen durante el auge inflacionista causan un destrozo de la estructura de producción que contribuye al desempleo y empobrecimiento generalizados que se observan durante la recesión. Antes de que pueda empezar la recuperación, la estructura de producción debe reconstruirse de forma dolorosa siguiendo un nuevo patrón, porque las preferencias intertemporales de los consumidores han cambiado drásticamente debido a la redistribución y pérdidas de rentas y riqueza producidas durante la inflación. Esto, por supuesto, lleva tiempo.
En el corazón del problema está el hecho de que la inflación inducida por el banco central ha “creado caos” en los precios y consecuentemente en el cálculo económico:
Además, el proceso de recesión-ajuste se prolonga aún más por el hecho de que el auge que ha creado caos en el cálculo monetario, el mismo anclaje de la economía de mercado. Los empresarios han descubierto que su éxito espectacular durante el auge fue simplemente un preludio a un fracaso repentino y profundo en sus previsiones y cálculos. Hasta que hayan recuperado la confianza en sus capacidades de previsión y en la fiabilidad del cálculo económico, serán comprensiblemente reacios a iniciar aventuras arriesgadas, aunque parezcan rentables. Pero si se permite funcionar al mercado, este mal empresarial se cura a sí mismo, ya que la restricción de demanda de factores de producción rebaja los salarios y otros costes de producción en relación con los precios anticipados de los productos. El “tipo natural de interés”, es decir, la tasa de retorno de inversión en la estructura de producción, aumenta así hasta el punto en que los empresarios se ven tentados a reanudar sus actividades de inversión e iniciar el proceso de ajuste. El éxito se alimenta de sí mismo, sube el optimismo de los empresarios y la recuperación gana impulso.
El mercado solo puede curarse a sí mismo, explica Salerno, si se permite a los precios disminuir en “salarios y otros costes de producción en relación con precios anticipados de productos”. Al mismo tiempo, es el resultante “aumento acusado” en los tipos reales de interés lo que hace que vuelvan al mercado capitalistas y empresarios:
El aumento en el tipo natural de interés que supera la desmoralización pandémica entre capitalistas y empresario y provoca la recuperación se refleja en los mercados del crédito. Para que empiece otra vez la recuperación, tiene que haber un aumento acusado en el tipo de interés “real” o ajustado a la inflación, el tipo de interés observado en los mercados financieros. Los tipos de interés altos no obstaculizan la recuperación, sino que son una señal segura de que el reajuste de los precios relativos necesario para realinear la estructura de producción con la realidad económica se produce con rapidez. La mal calificada “deflación secundaria”, esté o no acompañada por una contracción monetaria incidental, es por tanto una parte integral del proceso de ajuste. Es el prerrequisito para la renovación de la audacia empresarial y la restauración de la confianza en el cálculo económico. Las decisiones de bancos y capitalistas-empresarios de guardar en lugar de prestar o invertir una parte del ahorro acumulado en emplear los factores de producción y el correspondiente aumento en los tipos de préstamo y naturales por encima de alguna tasa “verdadera” de preferencia temporal estimada, no impide sino que acelera la recuperación. Esto implica, por supuesto, que cualquier intento político de detener o invertir el declive en precios de factores y activos mediante manipulaciones monetarias o programas de estímulo fiscal retrasará o impedirá el proceso de recesión-ajuste.

Nuevos defensores de la deflación

Citando un trabajo de Claudio Borio, jefe del Departamento Monetario y Económico del BIS, listado antes por Bagus, The Telegraph publicó un artículo de Szu Ping Chan, “Low Rates Will Trigger Civil Unrest as Central Banks Lose Control”, también muy crítico con la política de miedo a la deflación comprometida con objetivos de inflación del 2% (o mayores). Ms. Chan destaca el trabajo de Borio:
Un papel independiente del que es autor Mr. Borio argumentaba que los periodos de deflación tienen menos costes económicos que las caídas sostenidas en los precios de propiedades. Su análisis de 28 economías a lo largo de un periodo de más de 100 años demostraba que las economías crecían de un media un 3,2% durante periodos deflacionistas, comparadas con el 2,7% cuando los precios estaban aumentando.
Dice que realizar comparaciones a ciegas con la década de 1930 fue un error. “La evidencia histórica sugiere que la Gran Depresión fue la excepción en lugar de la regla”, dice Hyun Shin, jefe de investigación en el BIS.
Mr. Bagus, Ms. Chan y Mr. Borio nos han vuelto a destacar por qué es esencial que se hagan cambios institucionales que lleven a eliminar el dinero fiduciario y creen la posibilidad de dinero fuerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario