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miércoles, 29 de octubre de 2014

fraude. por qué la gran recesión (documental oficial) from amagifilms on Vimeo.


Viena versus Chicago


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Escrito por Axel Kaiser
Probablemente no hay dos corrientes de economía más cercanas y a la vez más distintas que la escuela de Chicago y la escuela austriaca de economía. No es un ejercicio puramente académico el reparar en las diferencias fundamentales entre ambas tradiciones, pues las consecuencias de seguir una u otra desde el punto de vista de la política económica y de la economía como disciplina son gigantescas. Veamos entonces algunos puntos esenciales que separan a Viena de Chicago. El más importante, sin duda, es la metodología. Para Chicago la economía es una ciencia al estilo de la física. Esto significa que debe proponer hipótesis y testearlas empíricamente de modo de establecer leyes de carácter universal que más adelante nueva evidencia puede eventualmente probar como falsas. La metodología de Chicago asume así que los seres humanos nos comportamos con la lógica de átomos o moléculas y que por tanto existen en economía, como en las ciencias naturales, regularidades o relaciones constantes que pueden medirse con validez estadística para realizar predicciones. La infinita recopilación de datos y la matematización de la disciplina de economía, de la que se quejara amargamente Röpke, es una consecuencia necesaria de este enfoque que pretende alcanzar niveles de certeza comparables a la física.
Para los austriacos este enfoque no solo es equivocado sino peligroso. Pues si aceptamos que los seres humanos tenemos un comportamiento “robótico” como diría Rothbard, entonces, al igual que en las ciencias duras, los expertos pueden diseñar y controlar a voluntad las variables económicas desde el poder, tal como lo haría un ingeniero que diseña y construye un puente. De ahí al socialismo hay un paso. Por algo Hayek sostendría que el libro de Friedman Essays in Positive Economics era un libro “muy peligroso” en el mismo sentido que la Teoría General de Keynes.
Los austriacos en cambio, afirman que la economía es una ciencia social que merece una metodología distinta a las ciencias naturales. Los seres humanos no nos movemos con una lógica mecánica por lo que no existen regularidades que permitan establecer leyes verificables empíricamente. Siguiendo a Ludwig von Mises, para los austriacos la economía es una ciencia a priori cuyas leyes se deducen de la estructura lógica de la acción humana y son necesariamente verdaderas. Así por ejemplo, el postulado de que en una relación de intercambio voluntaria ambas partes están esperando beneficiarse, no requiere comprobación empírica. Tampoco requiere comprobación empírica el hecho de que los seres humanos valoramos las cosas en el margen, ni la idea de que a mayor dinero en circulación e igual producción, mayor inflación. Todo eso y más se sigue de la lógica a priori de nuestras acciones. La economía puede así solo realizar predicciones cualitativas y jamás cuantitativas sobre los efectos de una determinada política económica. Y esta última a su vez no puede ser diseñada de un modo ingeneril porque el mercado es un fenómeno cuya complejidad es irreductible. Esto convierte el uso de modelos matemáticos en un ejercicio inútil por estar inevitablemente desconectado de la realidad. Donde mejor se expresa esta diferencia metodológica es en macroeconomía. A diferencia de Chicago, los austriacos no creen que haya dos esferas distintas, una donde los individuos actúan de acuerdo a leyes de oferta y demanda y otra de agregados que deben ser planificados eficientemente por expertos para que la primera funcione bien. Por eso la escuela austriaca en general rechaza la idea de políticas contracíclicas y descarta la posibilidad de una política monetaria centralizada postulando que el dinero debe ser privatizado y controlado por las leyes de oferta y demanda.
En suma, para Chicago la postura metodológica de Viena carece de rigor científico y es poco seria. Para Viena la metodología de Chicago cae en una pretensión de conocimiento imposible de alcanzar abriendo las puertas parcialmente a la planificación.
Lo interesante es que si se testea según el criterio de Chicago, cuál de las dos escuelas ha sido más acertada en sus predicciones en el último siglo, Viena lleva claramente las de ganar.

La Escuela de Chicago frente a la Escuela Austriaca.


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Escrito por Robert Murphy y traducido por Mariano Bas. Breve comparación de la metodología, la teoría del ciclo económico y el derecho según la escuela austriaca, frente a otra fuente económica del libertarismo, la escuela de Chicago.
La gente me pregunta a menudo: “¿En qué son los economistas de la Escuela Austriaca distintos de los de la Escuela de Chicago? ¿No sois todos gente del libre mercado que se opone a los keynesianos del gran gobierno?”
En el presente artículo señalaré algunas de las principales diferencias. Aunque es verdad que los austriacos están de acuerdo con los economistas de Chicago en muchos asuntos políticos, su aproximación a la ciencia económica puede ser bastante distinta. Es importante explicar de vez en cuando estas diferencias, aunque sólo sea para rebatir la queja habitual de que la economía austriaca es sencillamente una religión que sirve para justificar conclusiones políticas libertarias.
Antes de empezar, déjenme hacer dos advertencias obvias: no hablo en nombre de todos los economistas austriacos y en este artículo me referiré a los seguidores austriacos de la tradición de Ludwig von Mises y Murray Rothbard. (Sobre la metodología en particular, los austriacos en el bando de Rothbard difieren algo de los que buscan inspiración en Friedrich Hayek e Israel Kirzner). También es importante advertir que no todos los economistas de la Escuela de Chicago piensan igual. Aun así, espero que las siguientes generalizaciones sean representativas.

Metodología

En primer lugar, los austriacos son una rareza entre los economistas profesionales por su enfoque en temas metodológicos. De hecho, la obra maestra de Mises, La acción humana, dedica todo el segundo capítulo (41 páginas) a “Los problemas epistemológicos de las ciencias de la acción humana”. No existe ese tratamiento en el último libro de Freakonomics.
Aunque la mayoría de los economistas en el siglo XX y nuestro tiempo estarían muy en desacuerdo, Mises insistía en que la teoría económica era en sí una disciplina a priori. Lo que quería decir es que los economistas no deberían reproducir los métodos de los físicos para llegar a hipótesis y someterlas a pruebas empíricas. Por el contrario, Mises pensaba que el cuerpo central de la teoría económica podía deducirse lógicamente del axioma de la “acción humana”, es decir, la idea o punto de vista de que hay otros seres conscientes que utilizan su razón para alcanzar fines subjetivos. (Para más detalle sobre las opiniones metodológicas, ver esto y esto).
Como contraste, el artículo seminal de la Escuela de Chicago sobre metodología es “The Methodology of Positive Economics” de Milton Friedman, de 1953. Lejos de deducir principios económicos o leyes que sean necesariamente ciertas (como sugiere Mises), Friedman defiende en su lugar el desarrollo de modelos sobre suposiciones falsas. Estas falsas premisas no chocan, sin embargo, contra una buena teoría:
La cuestión relevante acerca de las “suposiciones” de una teoría no es si son “realistas” descriptivamente, pues nunca lo son, sino si son aproximaciones suficientemente buenas para el propósito que corresponde. Y esta pregunta sólo puede responderse viendo si la teoría funciona, es decir, si produce predicciones suficientemente ajustadas.
Aunque el análisis de Friedman suena perfectamente razonable, y el epítome de lo “científico”, Mises pensaba que era una tentadora trampa para economistas. Para una breve ilustración de la diferencia de perspectivas, déjenme contarles un ejemplo de mi experiencia docente.
Era una clase de principios de microeconomía y estábamos usando el (excelente) libro de texto de Gwartney, Stroup, et al. En el primer capítulo hay una lista de varias indicaciones o principios de pensamiento económico. Por lo que recuerdo, eran cosas como “La gente responde a incentivos” y “Siempre hay compromisos”. Eran cosas indiscutibles con las que estaría de acuerdo cualquier economista en que eran importantes para hacer que los universitarios “pensaran como un economista”.
Sin embargo, la única indicación que destacaba como fuera de lugar anunciaba: “Para ser científica, una teoría económica debe hacer predicciones que puedan probarse”. Expliqué a la clase que aunque ésta fuera una opinión popular entre economistas profesionales, no era algo que yo compartía. Expliqué que todo lo que aprenderíamos en todo el semestre del libro de texto de Gwartney et al. no generaría predicciones que puedan probarse. Por el contrario, yo sólo les enseñaría un marco con el que podrían interpretar el mundo. Los estudiantes tendrían que decidir si el marco era útil, pero en definitiva su decisión no se reduciría a “¿Hacen buenas predicciones estas herramientas de oferta y demanda?”
Después de mi perorata, uno de los alumnos hizo la excelente observación de que ninguna de las demás indicaciones era una predicción que pudiera probarse. ¡Tenía razón! Por ejemplo, ¿cómo podría alguien poner a prueba la afirmación de que “La gente responde a incentivos”? Podría decir a una persona: “Te doy 20$ si te cortas el dedo gordo del pie”. Independientemente de lo que ocurra, mi afirmación es segura. Si la persona no se corta el dedo gordo del pie, sólo demostraría que no le ofrecí un incentivo suficientemente grande.
No es mera palabrería filosófica. Mises destacaba que la importante herencia de un pensamiento económico sólido no es una recogida de afirmaciones probadas empíricamente acerca del comportamiento de las variables económicas. Más bien, la teoría económica es un marco internamente coherente para interpretar “los datos” en primer lugar.
Es verdad que ciertas aplicaciones de la economía implican evidencias históricas (como investigar si la Reserva Federal desempeñó un papel importante en la burbuja inmobiliaria), pero esto no tiene nada que ver con la típica justificación del economista mainstream para la construcción de un modelo matemático.

Auges y declives

Otra gran diferencia entre la Escuela Austriaca y la de Chicago es su explicación de los auges y sus prescripciones de políticas para los declives. Los lectores de este artículo probablemente estén familiarizados con la visión austriaca, así que omitiré otra explicación.
Los economistas de la Escuela de Chicago tienen evidentemente visiones matizadas, pero en general suscriben la “hipótesis de los mercados eficientes”. En su forma más radical, la HME niega que pueda haber siquiera una burbuja inmobiliaria (ver aquí y aquí). Dadas sus suposiciones de actores y mercados racionales que liquidan rápidamente, y dado que les falta una teoría compleja de la estructura de capital de la economía, los economistas de la Escuela de Chicago se ven obligados a explicar las recesiones como un resultado de “equilibrio” debido a “sacudidas” repentinas.
Históricamente, no tienen en cuenta las distorsiones causadas por los tipos de interés por debajo del mercado (que, por supuesto, son el ingrediente clave en la teoría austriaca del ciclo económico). Sin embargo, recientemente cada vez más críticos de la Escuela de Chicago con la Fed han estado apuntando los peligros de la política de tipos de interés cero de Bernanke.
Curiosamente, el área política en la que difieren más los austriacos y la Escuela de Chicago es en relación con el dinero, la especialidad de Milton Friedman. Es conocido que Friedman (y su coautora Anna Schwartz) echaron la culpa a la Reserva Federal por no imprimir suficiente dinero a principios de la década de 1930 para compensar el declive alimentado por las corridas bancarias. En nuestros tiempos, algunos economistas formados en Chicago (que lógicamente apuntan al propio Milton Friedman para reivindicarse) echan la culpa de la crisis en el otoño de 2008 a las políticas de “rigidez monetaria” de Bernanke. Naturalmente, estas opiniones son un anatema para los austriacos modernos en la tradición de Murray Rothbard, que piensan que el banco central debería ser abolido.

Derecho y economía

Finalmente, la mayoría de los miembros modernos de la Escuela Austriaca y la Escuela de Chicago tienen ideas enormemente diferentes respecto del campo conocido como “Derecho y economía”. Ya sea basándose en el derecho natural o en la herencia tradicional del derecho común, los austriacos tienden a pensar que la gente tiene objetivamente derechos de propiedad y punto, y que una vez que especificamos estos derechos pueden empezar el análisis económico. Por el contrario, algunas de las aplicaciones más extremas de lo que podría llamarse “la aproximación de Chicago”, dirían que la asignación de los propios derechos de propiedad debería determinarse basándose en la eficiencia económica. (En la reducción al absurdo de Walter Block, un juez decide si un hombre ha robado el bolso de una mujer preguntándole cuánto está dispuesta a pagar cada parte por éste).
Ésta es un área especialmente sutil que no puedo resumir adecuadamente en este artículo. Baste con decir que tanto los economistas austriacos como los de la Escuela de Chicago pueden apreciar las maravillosas ideas (y retar a la habitual crítica de Pigou del mercado) contenida en el famoso artículo de Coase. Sin embargo, la tradición de la Escuela de Chicago ha llevado a la obra de Coase a conclusiones que muchos (tal vez la mayoría) de los austriacos encuentran repelentes.

Conclusión

Respecto de temas típicos como el salario mínimo, los aranceles o el estímulo público, los economías de la Escuela Austriaca y de la de Chicago pueden agruparse con seguridad como “librecambistas”. Sin embargo, en muchas otras áreas (particularmente en asuntos de pura teoría económica) las dos escuelas son completamente diferentes. Como economista austriaco declarado, animaría a los partidarios del libre mercado que sólo conozcan a Friedman a que añadieran a Ludwig von Mises y Murray Rothbard a sus listas de lectura.


REUNIÓN DE LA RESERVA FEDERAL

Yellen finiquita las compras de bonos y reitera que no tiene prisa por subir los tipos.



La presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen

La tercera ronda de compras de deuda en el mercado (QE3) ya es historia en Estados Unidos. La Reserva Federal (Fed) acaba de decretar su defunción. Tras siete tijeretazos consecutivos de 10.000 millones de dólares al mes desde diciembre de 2013, el recorte final ha sido el de mayor envergadura, puesto que la ha reducido a la nada -0 dólares- desde los 15.000 millones vigentes hasta ahora. Atrás quedan los 1,6 billones de dólares que la entidad ha dedicado a adquirir bonos públicos y privados bajo este programa. Y más que eso, porque el banco central estadounidense aspira a que esta decisión sea el primer paso hacia una progresiva normalización de su política monetaria, tras haber inyectado casi 4 billones de dólares desde 2008 mediante tres programas de compras de deuda distintos (QE1, QE2 y QE3) y después de mantener los tipos de interés entre el 0 y el 0,25% también desde finales de 2008. 
Eso sí, para tranquilizar los ánimos, la presidenta de la entidad, Janet Yellen, ha logrado mantener el mensaje de que los tipos continuarán en ese nivel durante "un tiempo considerable". Es decir, las palabras con las que anticipa que por ahora no tiene prisas por elevar el precio del dinero. Por tanto, continúa siendo válido el calendario que maneja el mercado, consistente en que el primer repunte de los tipos no llegará hasta mediados de 2015. 
Aunque no todos piensan igual. Una vez más, la decisión de la Fed no ha sido unánime. Uno de los miembros del Comité Federal del Mercado Abierto (CFMA), el órgano que define la política monetaria en EEUU, ha votado en contra. Pero no ha sido ni Richard Fisher ni Charles Plosser, que han sido las voces más contestatarias en 2014. La disidencia ha correspondido esta vez a Narayana Kocherlakota, quien considera que, dados los bajos niveles de inflación actuales, "el Comité debería comprometerse a mantener los tipos en la horquilla actual al menos hasta dentro de uno o dos años, hasta que las perspectivas de inflación hayan regresado al 2%, y debería mantener las compras de deuda al nivel actual". Es decir, ha votado en contra del final del QE3. 

EL MERCADO LABORAL GANA FUERZA

La Fed ha puesto fin a sus estímulos más extraordinarios en un momento en el que, a su juicio, "las condiciones del mercado laboral han mejorado más, con una sólida creación de empleo y una tasa de paro más baja". Incluso va más allá, porque considera que "la infrautilización de los recursos laborales está reduciéndose gradualmente". Y no es poca cosa, puesto que precisamente es el principal matiz que nubla la mejoría del mercado laboral. Aunque la tasa de desempleo ha regresado a los niveles de 2008 al descender hasta el 5,9%, lo ha hecho con una población activa del 62,7%, la más reducida desde 1978. Lo que la Fed viene a decir es que este porcentaje comenzará a subir en los próximos meses.  
Este mayor optimismo con respecto a la situación del mercado laboral está siendo interpretada por el mercado como un primer síntoma de que, en efecto, la Fed va a empezar a preparar ya el terreno para subir los tipos de interés. Esa sensación se refleja en el dólar, que se fortalece contra el euro. Si la divisa europea esperaba el comunicado en los 1,274 dólares, tras conocer su contenido se mueve en torno a los 1,264 dólares. Y como suele ocurrir, la ascensión del dólar pasa su factura a su antagonista, el oro, que cae más de un 1%, hasta los 1.210 dólares. 
Por lo demás, la institución capitaneada por Yellen encuentra que "la actividad económica se está expandiendo a un paso moderado", que el gasto de los hogares está creciendo también "moderadamente" y que la inversión empresarial "está avanzando". Como puntos débiles, que la recuperación del mercado inmobiliario "continúa siendo lenta" y que la inflación sigue por debajo del objetivo de la entidad de situarla en el 2%. En este sentido, ha manifestado su confianza en que los precios volverán poco a poco a esa cota. 

CITA CLAVE EN DICIEMBRE

Una vez retirado por completo el QE3, la Fed debe pensar ya en qué estrategia va a seguir para adelgazar el histórico volumen que ha alcanzado su balance, que llega hasta los 4,48 billones de dólares. Por el momento, continuará con su política de seguir comprando títulos con el dinero procedente de los vencimientos de los bonos que tiene en su cartera. Es decir, por ahora mantendrá estable ese balance. 
Sin embargo, la Fed sabe que el mercado demandará más información sobre cómo va a desmontar su balance. Y esa información más detallada comenzará a llegar en la próxima reunión, que tendrá lugar los días 16 y 17 de diciembre. Desde luego, tendrá tiempo para hacerlo, porque en esa cita Yellen sí ofrecerá una rueda de prensa en que podrá aportar más datos sobre este asunto. 
Como aperitivo, la entidad publicará el 19 de noviembre las actas de la reunión que ha terminado este miércoles. Servirán para pulsar hasta qué punto el CFMA afronta el proceso de normalización monetaria iniciado con el final del QE3.

Mi visión de la economía de Perú.


Marc Garrigasait




Tras un reciente viaje a una de las economías latinoamericanas con más crecimiento en los últimos años, creo que puede ser interesante analizar sus puntos fuertes y débiles para entender su boom económico y si va a ser sostenible. Perú y Colombia son quizás los dos países que están atrayendo más inversiones internacionales. Se puede afirmar que son los dos países más de moda entre los inversores.
Para analizar su economía debe estudiarse, sin duda, primero su orografía, ya que como veréis es clave para entender cualquier aspecto socioeconómico del país. Perú es un país cuya superficie equivale a las de España, Francia y Portugal en total, aunque, como una tercera parte es selva amazónica, en realidad su población se reparte en el resto de su geografía.Lo más determinante de su orografía son los Andes, ya que condicionan las vías de comunicación, las relaciones entre poblaciones, el carácter y también el clima del país. 
El litoral abarca unos 3.080 kilómetros y su costa tiene una longitud de 2.250 kilómetros. Como los Andes transcurren por todo el centro del país de norte a sur, si vas de la costa hacia el interior, siempre te encuentras al gran macizo de los Andes en apenas una distancia de 50 a 100 kilómetros. De hecho, en el sur, la ciudad de Arequipa, uno de los motores del país, se encuentra a apenas 15 kilómetros. Por tanto, pasas del nivel del mar a carreteras a más de 4.000 metros de altura en poco tiempo.
¿Por qué es tan importante la orografía peruana?
Para analizar su economía debe estudiarse sin duda primero su orografía, ya que como veréis es clave para entender cualquier aspecto socioeconómico del país. Perú es un país cuya superficie equivale a las de España, Francia y Portugal en total, aunque, como una tercera parte es selva amazónica, en realidad su población se reparte en el resto de su geografía
Es muy relevante, ya que sólo encuentras grandes camiones de transporte en la panamericana, que cruza Perú de norte a sur por la costa y por las carreteras del sur del país (Puno, Julliaca, Arequipa), ya que son ciudades que tocan a Bolivia, lo que debe incentivar cierto intercambio comercial. Cualquier transporte al centro o este del país es un calvario de carreteras malas con curvas y con pasos a más de 4.000 metros. En la selva amazónica apenas si llega la carretera a Yurimaguas y a partir de ahí sólo se puede avanzar en avión por los afluentes del Amazonas. Tened en cuenta que los principales afluentes del Amazonas nacen en Perú.
Por tanto, un 50% de la población peruana vive en la costa. De hecho, una tercera parte vive en Lima, una ciudad caótica donde las haya con unos 10 millones de habitantes. Por tanto, es un país poco poblado. Otra vez su orografía influye en una menor población (alta montaña donde no se puede cultivar, selva tropical y desierto) y que ésta se concentre en la costa, pero especialmente en muy pocas ciudades.
Estas son algunas de las principales variables económicas peruanas. Como observaréis, tienen muchas similitudes con el boom de la economía española precrisis:
  • Perú ha doblado su renta per cápita en los últimos 13/14 años. A pesar de ello, ésta es sólo superior a Bolivia, Nicaragua, Paraguay o Ecuador, lo que ayuda a entender su potencial de crecimiento. No olvidéis que Perú es aún hoy un país muy pobre, con viviendas de barro y hojalata en gran parte de la población, que vive en favelas.
  • Perú estuvo 30 años sin ver crecimientos en su renta per cápita, de 1960 a 1993, con la gran crisis de Latinoamérica y la mala gestión política con tasas de inflación que superaron a finales de los 80 los niveles del 10.000%.
  • Existe una gran corrupción generalizada en todo los órganos políticos del país, tanto locales como regionales y centrales. No hay más que leer cada día los periódicos y escuchar las noticias y hablar con la población para verlo. Varios españoles que han vivido en Perú estos años liderando proyectos en el país me lo confirmaron.
  • Es un país con recursos naturales de todo tipo. Es el tercer productor mundial de cobre, plata, estaño y zinc, o el sexto de oro. En el sector agrícola es potente en algunos cultivos, como en harina de pescado, de la que es el primer productor mundial, el segundo productor mundial deespárragos, el quinto de maíz, el cuarto de alcachofas y el sexto de café. En el sector forestal debe tener problemas, ya que el país está bastante desforestado. No sólo en la zona amazónica más cercana a los Andes, sino también por todo el centro del país.
  • Existe un 'boom inmobiliario' claro tras el buen crecimiento económico de los últimos años y una concesión de créditos bancarios que lleva años creciendo al 15%/20% anual (12,7% el último dato de agosto 2014).
  • Necesita de financiación externa, aunque hasta hoy ha sido con niveles no muy elevados. Su déficit por cuenta corriente ha sido de media de apenas el -1% a -2%, aunque los últimos datos han subido al -4,6%. Niveles de -5% a -10% suelen ser un importante indicador avanzado de crisis futuras (leer “Un indicador que nos anticipa futuras crisis”). Las entradas por divisas del turismo (3,2 millones el año anterior) incrementan la entrada de divisas y ayudan a reducir su déficit por cuenta corriente y financiar su economía.
  • Tiene un nivel de endeudamiento público bajísimo, inferior al 20%. Igual que con el boom español, el aumento de recaudación le ha permitido reducir el nivel de deuda sobre producto nacional bruto (PNB).
  • El consumo eléctrico continúa aumentando al 5%. La gran cantidad de favelas en Perú seguramente influirá en que continúe creciendo el consumo eléctrico en los próximos 20 años.
  • El consumo de cemento aumentó un 5,4% en agosto, aunque la cifra acumulada de 2014 tiene un crecimiento inferior.

La economía se está enfriando por el parón chino y el descenso en los precios de las materias primas. Por ejemplo, la venta de coches disminuye en 2014 por primera vez en muchos años. Un 60% de los coches son asiáticos. Su geografía otra vez les condiciona a recibirlos por barco de Japón y Corea.Toyota es la marca más vendida, junto con Hyundai. Kia no está muy lejos y Nissan es la cuarta. En 2013 se vendieron 192.300 autos (por 722.000 en España en 2013, con un 50% más de población).
  • Perú tiene un avanzado sector financiero, con cuatro grandes bancos que dominan el mercado (BCP, el mayor, y BBVA Continental, el segundo) y un mercado de fondos de pensiones privado en auge, tras copiar el éxito de Chile. También en fondos de pensiones hay cuatro grandes entidades, una recién llegada.

Perú ha crecido en paralelo al boom chino. Un 18% de sus exportaciones van al gigante asiático. El gran crecimiento del país desde 2001 coincide con el boom exportador a China (seguramente de materias primas industriales). Recibió también grandes inversiones chinas, especialmente de 2010 a 2012.
  • Un riesgo importante a corto plazo es que un 40% de los préstamos vivos a familias y empresas son denominados en dólares, ya que en los últimos años de boom económico su divisa se apreció contra el dólar. La apreciación del dólar en 2014 está aumentando sus deudas y reduciendo el ahorro. Otra vez un país que comete este grave error de endeudarse en moneda fuerte extranjera. No entiendo cómo su banco central lo ha permitido también en Perú.
Pero la clave del país y lo que va a fijar el futuro del Perú depende del siguiente dato:
Sólo el 20% de la población tiene un contrato legalizado. Lo que en Perú llaman 'informalidad laboral' supone el 74,3% de la población económicamente activa (PEA)”. Es imposible que un país pueda invertir en infraestructuras y en servicios sociales con solo un 20% de su población cotizando. 4,7 millones de peruanos no pueden sostener a los 30 millones de habitantes. Se estima que unos 12 millones de personas en Perú trabajan sin cotizar. Según un reciente artículo en un medio nacional, “la productividad laboral peruana representa apenas el 19,4% de la de Estados Unidos”.

Petróleo, por qué la OPEP no hará nada por subir los precios.


Expansión
El año que viene, la producción de la OPEP se mantendrá pese a la fuerte caída reciente del precio global del petróleo, ya que ésta probablemente afecte con dureza al petróleo poco convencional -el procedente del fracking-, según ha declarado su secretario general y publica The Wall Street Journal.
Petróleo OPEP
Abdalla Salem el-Badri, secretario general de la OPEP.
Abdalla Salem el-Badri, el líder de la OPEP, no cree que la producción varíe pese a la caída de los precios. Probablemente se mantendrá en el mismo nivel que este año, y es poco probable que rebaje el techo de producción en una reunión el mes que viene pese a la fuerte caída reciente del precio global del petróleo, ha declarado.
Las declaraciones de al-Badri atenuarán las expectativas de que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) pueda decidir rebajar su producción a causa del bajo precio del petróleo en su próxima reunión en Viena el 27 de noviembre.
El crudo Brent ha caído de unos 115 dólares el barril en junio a poco más de 87 dólares el miércoles.
El-Badri ha señalado que la demanda de petróleo de la OPEP probablemente se situará entre 29,5 y 30 millones de barriles diarios el año que viene, en niveles muy similares a los de este año.
El máximo dirigente de la OPEP también señaló que la reciente caída en el precio del petróleo no reflejaba los fundamentales del mercado, pero que no estaba demasiado preocupado. "Que no cunda el pánico. Estoy seguro de que el mercado se equilibrará solo", apunta.¿Las razones de mantenerse esta situación?El-Badri explica que el bajo precio del petróleo probablemente afecte con dureza al petróleo poco convencional -el procedente del fracking-, lo que sugiere que la OPEP prevé que la debilidad del crudo termine suavizando el crecimiento del suministro. "A este precio (actual), el 50% del petróleo poco convencional estará fuera del mercado", apuntó.
Algunos analistas creen que el precio del petróleo no se recuperará hasta que empiece a eliminarse del mercado parte del suministro adicional de petróleo poco convencional, y no cuando, y si, la OPEP decide empezar a recortar la producción.
El-Badri señala que los proyectos de petróleo poco convencional necesitan por lo general que los precios se sitúen entre 90 y 100 dólares para cubrir costes. Los cálculos de la OPEP sobre el precio al que esos proyectos dejan de ser rentables es mayor que la mayoría de los efectuados por la industria, incluidos los de la Agencia Internacional de la Energía, que señala que la mayoría de la producción no convencional es sostenible a 80 dólares el barril.
Sin embargo, el-Badri advierte de que el impacto de los precios más bajos no se dejará sentir hasta el año que viene, ya que las compañías productoras de crudo poco convencional probablemente se hayan cubierto frente a la caída de los precios a corto plazo.

El desplome de los precios del petróleo afecta a los beneficios de las energéticas

Los beneficios de dos grandes empresas del sector de la energía se han visto afectados por la caída del precio del crudo, lo que representa uno de los primeros signos tangibles de las repercusiones que la superabundancia de petróleo está teniendo en la economía global.
Las petroleras cotizadas en Londres BP y BG Group anunciaron ayer una caída de los beneficios en el tercer trimestre, debido en parte al descenso del precio del petróleo. «Esto está provocando que el sector al completo se plantee las implicaciones de un periodo prolongado de bajos precios del crudo», señalaba Brian Gilvary, el director financiero de BP.
El presidente provisional de BG, Andrew Gold, advirtió de que la compañía podría verse obligada a retrasar futuras inversiones si el entorno actual de los precios empeorase. «A medida que el precio disminuye, nos fijamos en la cobertura de la deuda y en la necesidad de reducir el gasto en el futuro», apuntó.
Royal Dutch Shell, Total, Chevron y ExxonMobil, que también comunicarán sus resultados en los próximos días, probablemente afronten dudas similares sobre el impacto que tendría un crudo más barato sobre sus negocios. El efecto podría ser aún mayor en el último trimestre del año, ya que los precios han caído con más fuerza desde finales de septiembre que en los tres meses anteriores.
El crudo ha caído un 25% desde mediados de junio, a consecuencia del aumento del suministro de petróleo poco convencional desde EEUU y de la ralentización de la demanda global, especialmente en China, el segundo mayor consumidor mundial de crudo. Hay quienes prevén que podría descender aún más. Goldman Sachs vaticinaba el domingo que el petróleo se situaría en una media de 85 dólares el barril en el primer trimestre de 2015, frente a un pronóstico anterior de 100 dólares. A última hora de ayer en los mercados, el Brent, el referente internacional, cotizaba 13 centavos al alza a 85,96 dólares el barril.
En lugar de reducir la producción para estimular los precios, algunos miembros de la OPEP, el cártel de productores de petróleo que se reunirá el próximo mes para celebrar una reunión muy esperada, han hecho descuentos en sus exportaciones para defender su cuota de mercado.
«Vamos a esperar hasta que pase la reunión de la OPEP y hasta que el cuarto trimestre esté avanzado antes de tomar medidas definitivas», señaló Gould, en referencia a los futuros planes de inversión.
La caída de los precios ha supuesto una gran ayuda para las naciones consumidoras, especialmente EEUU. El Fondo Monetario Internacional ha dicho que un descenso del precio del barril de 20 dólares podría traducirse en un incremento del 0,5% del producto interior bruto mundial: si la confianza económica mejorase gracias a ello, esa cifra podría crecer al 1,2%.
Pero para las naciones productoras, es una mala noticia. México se ha visto obligado a redactar de nuevo parte de sus presupuestos de 2015 después de que la caída del precio cambiase drásticamente sus previsiones de ingresos. Las economías de Brasil y Rusia también se han visto golpeadas con dureza por el hundimiento.
BP informó de que el beneficio subyacente del coste de reemplazo, el indicador de rendimiento favorito de los analistas, cayó un 19% a 3.000 millones de dólares en los tres meses hasta septiembre, frente a 3.700 millones hace un año. En BG, los beneficios subyacentes descendieron un 29% a 759 millones de dólares en los tres meses hasta septiembre, desde 1.070 millones de dólares un año antes, como consecuencia en parte del descenso de la producción en Egipto y Kazajistán.
Gilvary insistió en que el balance de BP «puede soportar con comodidad un periodo de 80 dólares el barril [de petróleo]… Tenemos mucha flexibilidad para resistir bajos precios del petróleo». La estrategia de BP tenía como objetivo aportar «resistencia durante periodos de volatilidad del mercado del petróleo. Pero acentuó que 80 dólares el barril era el umbral más bajo al que BP autoriza por lo general proyectos, lo que indica que de producirse nuevas caídas de los precios, podrían influir en sus futuras inversiones.
BP también explicó que un precio bajo del petróleo ofrece algunas ventajas. Los alquileres de los pozos en lugares como el Golfo de México podrían caer, relajando las presiones de costes sobre las grandes petroleras. «Pienso que un periodo de 80-85 dólares el barril nos ofrece más oportunidades que amenazas», aseguraba Gilvary, añadiendo que estas podrían incluir adquisiciones de activos.

martes, 28 de octubre de 2014

La propuesta de Huerta de Soto para la reforma bancaria



Jesús Huerta de Soto es uno de representantes más destacados de la Escuela Austriaca en España. A través de un post de Antonio España, Una solución a la crisis financiera y de deuda, tengo noticia de su conferencia en la Fundación Rafael del Pino, Crisis financiera, reforma bancaria y el futuro del capitalismo. El video que la recoge dura casi dos horas, pero creo que sin duda os resultarán interesantes, especialmente su propuesta para la reforma bancaria (y colateralmente solventar la crisis de la deuda pública)
Soy consciente de que en estos tiempos que corren pedir que se dediquen dos horas a misionar una disquisición sobre estos temas es arriesgado. Pero, al margen de que se compartan o no los criterios de Huerta de Soto, cuando se hace con la pasión que él lo hace, el tiempo pasa volando, y, sin duda, da pie al debate, a las preguntas. Eso si, la conferencia es tan amplia que no voy a intentar hacer un resumen de la misma. Sólo destacaré varias ideas que me han llamado la atención y acabaré finalmente con su propuesta de reforma bancaria.
¿Qué momentos me han atraído con más fuerza? Citaré tres:
  • Su referencia la Teoría del Capital. Y especialmente me gustaría destacar su alusión al factor tiempo. El tiempo, como variable esencial a la ahora de tomar decisiones, de calcular rentabilidades, de incremento del riesgo (o de la incertidumbre, en palabras de Huerta de Soto) es una variable que, con frecuencia veo que desprecian no solo la gente de ie, si no también los políticos y los economistas académicos.
  • Su feroz crítica al modelo VaR, y especialmente a la nueva normativa financiera internacional (Basileas varias, Solvencia). Aunque aquí creo que se queda corto. Esta profusión normativa no es un error bienintencionado. Es algo mucho peor.
  • Su alusión al euro como un centro de desintoxicación de drogadictos, y a Angela Merkel como enfermera cruel (tiene aires a Alguien voló sobre el nido del cuco). Echo en falta una crítica a la responsabilidad de Alemania en las cusmas del proceso en el que estamos, y su uso del euro y del BCE para financiar su crecimiento y la absorción de la RDA. En todo caso, yo también disfruto viendo a los políticos agobiados y teniendo que gestionar lo que hay.
Respecto a la propuesta, vuelvo a remitirme al post de Monetae Mutatione. En esencia se trataría de darle a la imprenta y emitir 260 mil millones de euros para garantizar los depósitos que tienen los clientes en los bancos españoles. En esencia, y como contrapartida de los mismos se cancelaría el equivalente de deuda pública de la que son titulares dichos bancos (matando dos pájaros de un tiro). Para impedir la inflación y no volver arecaídas en el sistema, dicho dinero inyectado estaría esterilizado. La banca debería trabajar a partir de ese momento con un coeficiente de caja del 100%.
Tenía pensado hacer un post corto, pues el protagonista es el video, y ya me estoy alargando. Así que voy a dejar unas cuantas dudas en el aire:
  • Una decisión de esta naturaleza es supranacional, ya no sólo debido a quien es nuestro emisor de euros. No tengo muy claro que un país aislado pueda funcionar fuera del modelo fiduciario en nuestra economia occidental. Se admiten ideas.
  • El papel de la banca cambia radicalmente con la nueva propuesta. ¿Estamos los clientes preparados para depósitos mucho más seguros pero mucho menos rentables, o, siendo más claros, con rentabilidades negativas derivadas de los gastos de custodia y administración?. ¿nacerían nuevos productos para poder recaudar los fondos necesarios para atender a las necesidades de financiación que ya no cubriría el mecanismo depósito/reserva fraccionaria?
Lo dicho, dos horas que dan para mucho.
Vía | Monetae Mutatione
En El Blog Salmón | La maldición del dinero fiduciario
Más información | Jesús Huerta de Soto

Admati y su defensa de una banca con ratios de capital de un 30%



Aprovechando la publicación de los tests de estrés me parece conveniente recuperar la propuesta de Admati y su defensa de una banca con reserva fraccionaria con ratito de capital de entre un 20% y un 30%.
Quedaos con la cifra ya que en los tests de estrés se habla de cifras de entre un 5,5% y un 8%, por lo que la propuesta de la coautora de The búnker´s new clothes rompe de lleno con los parámetros de la reforma bancaria.
Comparto con Cuñat, de Nada es gratis la discrepancia con ella al criticar igualmente la aplicación del Teorema de M&M debido a motivos fiscales o de riesgo de quiebra. La estructura de financiación influye y mucho (por no hablar del atractivo de la rentabilidad que disminuye por mucho que baje el riesgo).
Más dudoso es que esta medida no tendría efecto sobre el crédito, por mucho que insistan Cuñat y Adnmati en distinguir entre reservas en cash y reservas en tanto en cuanto capital o fondos propios como mera partida contable.
Y es que siguiendo esa teoría, y teniendo en cuenta lo peligroso que es el apalancamiento según Admati, la autora, bastante alejada de posturas liberales, debería coincidir finalmente con la tesis de la corriente liberal que defiende una banca con reserva 100%. Esa si que es segura desde el planteamiento propuesto por Admati, pero sin duda tendría un efecto sobre el crédito disponible (cosa distinta es que quizás ese recorte del crédito no fuese incluso positivo). ¿Dónde y por qué fija Admati ese límite del 20%-30%?
Por lo demás la autora peca de inocencia al principio, cuando se pregunta los motivos por los que los bancos pueden estar infracapitalizados. Trabajan para ellos, afirma. Finalmente acaba reconociendo la existencia de una relación simbiótica entre banca y poderVaya novedad.
En serio, siendo Estado y banca dos caras de una misma realidad, ¿alguien piensa que recortando teóricamente las prerrogativas bancarias su socio estatal no va a encontrar vías alternativas para lograr los objetivos que conseguía a través de ese instrumento?, ¿por qué no se regula y recorta alcooperador necesario, según la terminología penal, en todo este embrollo?
Preocupación internacional
por Manuel Hinds
Manuel Hinds es ex Ministro de Finanzas de El Salvador y co-autor de Money, Markets and Sovereignty (Yale University Press, 2009).
El día de ayer publiqué una nota en la que mostraba cómo los precios del petróleo han estado bajando muy rápidamente, en gran parte como un síntoma del descenso de la demanda total de bienes y servicios que ha estado teniendo lugar en los últimos meses. En él mencionaba que los precios de las materias primas en general también están cayendo, lo cual tendrá un efecto negativo en las economías latinoamericanas que dependen de las exportaciones de estos materiales. En este artículo enfoco en tres otros indicadores que sugieren que la era de los booms artificiales está llegando a su fin.
La gráfica 1 muestra cómo los precios de las acciones en EE.UU. han caído fuertemente en los últimos tres meses, de tal forma que casi han anulado todo lo que habían subido desde hace un año. El índice del Financial Times para el Reino Unido ha caído a su valor más bajo en los últimos 12 meses, y el índice del mismo periódico para el mundo entero ha caído 8 por ciento desde principios de septiembre. El índice Eurofirst, que mide los precios de las acciones en Europa, ha caído también violentamente, de modo que también perdió todo lo que había ganado en un año.

Fuente de datos básicos: International Financial Statistics del Fondo Monetario y el Financial Times.
Otro índice que se ha vuelto pesimista en las últimas semanas es el que mide la volatilidad de los precios de las acciones de EE.UU. —es decir, la frecuencia con la que suben y bajan durante un día en el mercado. Este índice, que se muestra en la gráfica 2, es llamado el índice del miedo porque al medir la volatilidad en las expectativas de si van a subir o bajar los precios de las acciones está midiendo las vacilaciones de los inversionistas. Esta volatilidad se ha duplicado en las últimas semanas.

Fuente de datos: Chicago Board Options Exchange.
Otro indicador es las tasas de interés pagadas por el Tesoro de EE.UU. en nuevos bonos de 10 años plazo, que ha bajado de cerca de 2,6 por ciento a 2 por ciento. Esto parecería que es un indicador de que todo está bien, que los mercados están calmados, pero es al revés porque indica que grandes cantidades de dinero están entrando en EE.UU. para comprar estos bonos de corto plazo del Tesoro. Hay tanto dinero comprando estos bonos la gente acepta comprarlos a tasas de interés más bajas, por lo que la tasa de interés en ellos baja (los bonos se subastan).
Este dinero entra de esta forma motivado por el miedo a la devaluación de otras monedas y a lo que pueda pasar en otros países si esto degenera en una crisis mundial. Contrario a lo que se tanto se dice y se escribe, cuando la gente tiene miedo lleva su dinero no a India, o China, o Brasil, sino que lo convierte a dólares y lo lleva a EE.UU.
Además de estas señales financieras, hay señales en el mundo real que muestran que la actividad económica del mundo no está creciendo al mismo ritmo que en los últimos años. Alemania reportó que las órdenes de productos industriales declinaron 5,7 por ciento en agosto, Japón no ha logrado crecer a pesar de haber impreso cantidades navegables de dinero y China parece estar desacelerándose.
Estos síntomas no necesariamente indican que el mundo se encamina directamente a una crisis. Los indicadores todavía están muy lejos de los niveles que la evidenciarían. Puede ser que sea un episodio temporal. Pero no parece serlo. El gobierno no puede ignorar este peligro y debe tomarlo en cuenta en lo que espera para los siguientes meses y años.
Este artículo fue publicado originalmente en El Diario de Hoy (El Salvador) el 15 de octubre de 2014.

El programa político de Keynes


Este texto toma como base el más reciente libro de su autor, Los errores de la vieja economía, publicado por Unión Editorial (Madrid) en 2011.
Keynes, en el capítulo final de la Teoría general, llega a la conclusión de que los dos grandes problemas que padecen las economías capitalistas modernas son, primero, su intrínseca incapacidad para alcanzar el pleno empleo de los recursos y, segundo, la "arbitraria y desigual distribución de la renta y la riqueza". En opinión del inglés, su libro busca soluciones para el primero de estos problemas; sin embargo, y pese a que no sea aparente para el lector, también lo hace con respecto al segundo.
Y es que, de acuerdo con Keynes, si los gobiernos son reacios a redistribuir más ampliamente la renta y la riqueza entre sus ciudadanos es debido fundamentalmente a que "existe la creencia de que el desarrollo del proceso de capitalización depende, en gran medida, de la fuerza de los incentivos que las gentes tengan para ahorrar, de manera que, en gran medida, el crecimiento depende de lo que resulta superfluo para los ricos".
Dado que el inglés está convencido de haber demostrado que, hasta alcanzado el pleno empleo, el crecimiento del capital no depende de que exista una baja propensión a consumir sino, vía el multiplicador de la inversión, de todo lo contrario, "la aplicación de medidas que redistribuyen la renta sería un medio de aumentar la propensión al consumo que favorecería el crecimiento del capital (...). En las condiciones contemporáneas, el crecimiento de la riqueza, lejos de depender de la abstinencia de los ricos, como se supone de manera habitual, es mucho más probable que lo obstaculice". Con esta reflexión, Keynes considera que se elimina una de las principales justificaciones para perpetuar las desigualdades de la riqueza, lo que sobre todo debería traducirse en un muy sustancial incremento de los impuestos sobre la herencia, pues "existen ciertas razones que justifican la desigualdad de renta que no se aplican a la desigualdad de patrimonios heredados".
Estas razones, que según la opinión de Keynes hacen recomendable no igualar por entero todos los patrimonios a excepción de la herencia, son dos: una, que muchas actividades productivas de alto valor y que entrañan un elevado riesgo requieren como incentivo la posibilidad de acumular riqueza para la ostentación privada; dos, que es preferible que los seres humanos canalicen sus naturales inclinaciones de poder y dominación hacia la acumulación de riqueza que hacia la tiranización de sus compatriotas. Aun así, fijémonos en el escaso convencimiento con el que Keynes defiende la propiedad privada y la consecuente acumulación de riqueza:
Aunque una comunidad ideal de hombres puede haber sido enseñada, inspirada o educada de forma que carezca de interés por las recompensas, puede ser inteligente el que los hombres de estado permitan que el juego se practique, sujeto a reglas y limitaciones, en tanto que el promedio de los hombres o una parte significativa de la comunidad se ve atraído con fuerza por la pasión de hacer dinero.
No obstante, y aquí se encuentra la segunda gran aportación revolucionaria de Keynes a la filosofía social, la acumulación de riqueza no debería ser el resultado de, ni dar lugar a, una rentabilidad sobre el capital invertido, pues Keynes cree haber demostrado que si el capital proporciona un rendimiento es debido a su escasez, y si el capital es escaso es porque el tipo de interés del dinero se mantiene por encima de la eficiencia marginal del capital, lo que impide su progresivo descenso conforme se vaya acumulando nueva inversión.
Por eso, el inglés propone una política de tipos de interés cada vez más bajos hasta que, finalmente, se hubiera acumulado tanto capital que la eficiencia marginal descendiera al 0%, momento en el cual el capital no obtendría ya ningún rendimiento salvo aquel necesario "para cubrir la depreciación debido a su desgaste y obsolescencia, junto a un cierto margen que cubra el riesgo y la utilización de conocimientos que nos da la experiencia en cada tipo de negocios". Es decir, de los tres elementos que componen el beneficio empresarial –compensación por retrasar el consumo, compensación por el riesgo incurrido y recompensa por la elevada pericia del empresario–, Keynes pronostica que sólo perdurarán los dos últimos, desapareciendo aquella renta que le corresponde al capitalista debido a su renuncia a consumir durante un cierto período de tiempo. Esto obviamente significa que aquel ahorrador que no sea al mismo tiempo el empresario que gestione su capital para fabricar bienes y servicios (los rentistas pasivos) no obtendrá ninguna remuneración por retrasar su consumo: prestar unos recursos superabundantes a otras personas para que los inviertan no merecerá ninguna remuneración. En definitiva, se producirá lo que Keynes denomina "la eutanasia del rentista y, como consecuencia, el final de ese poder opresivo que el capitalista va acumulando al explotar la escasez del capital". Al igual que Marx, el inglés cree que "la intervención del rentista en el capitalismo corresponde a una fase transitoria que desaparecerá cuando haya llevado a cabo el papel que le corresponde". Y al igual que otros socialistas como Pierre-Joseph Proudhon o nacional-socialistas como Gottfried Feder[1], el inglés denuncia que el interés del dinero esclaviza a nuestras sociedades y debe ser erradicado para poner fin a la escasez de recursos; una idea que hoy constituye el germen de la demonización de las finanzas en amplios estadios de nuestra sociedad, por considerar que son improductivas y que restan recursos a la economía real.
Mas ¿cómo llegar a ese escenario en el que el capital resulta tan superabundante como para prescindir de remunerar al rentista? A la postre, Keynes ha caracterizado al capitalismo como un sistema en el que la eficiencia marginal del capital oscila de manera muy violenta, situándose de manera habitual por debajo del tipo de interés, lo que como es lógico entorpece la acumulación de capital. Asimismo, el inglés también ha mostrado su desconfianza con que la política monetaria baste por sí misma para lograr un mayor volumen de inversión privada. En tal caso, "acabará siendo evidente que el único medio de asegurar la aproximación a una situación de pleno empleo es algo así como una socialización amplia de la inversión", lo cual no significa "que el Estado asuma la propiedad de los medios de producción; será suficiente si el Estado es capaz de determinar el volumen agregado de recursos dedicados a aumentar el capital y la tasa de retribución básica debida a su posesión"; en todo caso, todas "las medidas socializadoras se pueden ir introduciendo de forma gradual, de manera que no rompan con las tradiciones generales de la sociedad".
Pese a la radicalidad de las propuestas de Keynes –suprimir la herencia y socializar la inversión–, el inglés considera que su teoría económica es "moderadamente conservadora en sus implicaciones, porque al tiempo que nos indica la necesidad de establecer cierta clase de controles en asuntos que hasta ahora venían dejándose en manos de la iniciativa individual, quedan todavía sectores amplios de actividad que no resultan afectados". Keynes no concreta cuáles son esos campos, pero sí los justifica por dos ventajas del individualismo: que la toma de decisiones descentralizadas que lleva aparejada el individualismo suele ser más eficiente que la centralización –aunque reconoce que en su época puede que esa descentralización "haya ido demasiado lejos"– y, además, que el individualismo es "la mejor salvaguarda de la diversidad de la vida que surge precisamente de la ampliación del campo de elección individual". En otras palabras, Keynes defiende el control gubernamental del consumo y de la inversión, pero garantizando la protección de una cierta esfera de decisión individual para dar cabida a las tradiciones y a los más variados modos de vida.
Llegados a este punto, el inglés aboga, en nombre de la libertad, por todo este programa de enorme recorte de libertades: "Lo defiendo [su programa intervencionista] tanto porque es el único modo a nuestro alcance para evitar la destrucción de las formas de vida económica existentes cuanto como condición para el funcionamiento, con éxito, de la iniciativa individual". Es decir, el sistema keynesiano de restricción conservadora de las libertades individuales nos evitaría convertirnos en súbditos de los Estados autoritarios, los cuales "parecen resolver el problema del empleo a costa de la eficiencia y la libertad".
La consecución del pleno empleo no requiere de menos sino de más libertad individual, incluyendo en ésta el derecho a la propiedad privada y, por tanto, el derecho a percibir una remuneración por invertir correctamente el capital o dejar una herencia. No existe incompatibilidad entre libertad y prosperidad para todos los miembros de la sociedad, sino que las dos van inexorablemente de la mano: es la acumulación individual de capital dirigida a satisfacer las necesidades del resto de la comunidad lo que permite el enriquecimiento individual y colectivo. Por el contrario, el programa de Keynes consistente en aniquilar al rentista o en suprimir la herencia eliminaría la mayor parte de los incentivos para acumular capital a largo plazo, condenando a la sociedad a un masivo y generalizado empobrecimiento. Una vez comprendido que la base del crecimiento no es el consumo sino el ahorro, que el tipo de interés depende fundamentalmente de la preferencia temporal y de la aversión al riesgo, o que el capital no obtiene una rentabilidad por ser escaso sino porque se engendra al retrasar la satisfacción de nuestras necesidades, no será complicado entender por qué todo el liberticida programa económico de Keynes carece de cualquier fundamento económico racional.
Ahora bien, sí es conveniente añadir unas líneas sobre el tramposo argumento que emplea Keynes al señalar que podemos renunciar a nuestras libertades económicas manteniendo una amplia esfera de libertad individual. Lo cierto es que la libertad individual resulta indisociable de la libertad económica: ¿de qué manera podríamos conservar nuestros diversos estilos de vida si es el Estado quien determina qué y cómo debe ser producido? ¿Acaso, por ejemplo, puede garantizarse la libertad de prensa en un mundo donde el Estado detenta el monopolio de la producción y distribución de papel? ¿O podemos escoger qué libros leer, qué alimentos tomar o qué clase de ropa llevar cuando el Estado determina los tipos de libros, de alimentos y de vestidos que deben fabricarse? Parece obvio que en tanto en cuanto necesitamos de bienes económicos para satisfacer nuestros fines vitales, si el Estado controla la producción de esos bienes económicos estará, asimismo, controlando qué fines de qué individuos merecen o no ser satisfechos.
Por supuesto, podría objetarse, como hace Keynes, que en su mundo ideal no es necesario nacionalizar los medios de producción, pues el Estado sólo debe determinar el volumen agregado de inversión y la retribución del capital. Pero ¿acaso es posible que el Estado obligue a invertir un volumen mínimo de recursos sin, al mismo tiempo, establecer en qué deben invertirse, especialmente cuando ese Estado determinaría la remuneración del capital entre las distintas ramas productivas? Evidentemente, cuando el Estado establece una rentabilidad para cada una de las distintas industrias está, directa o indirectamente, determinando la distribución de los factores productivos entre las distintas ramas de actividad. La libertad de mercado –esto es, la capacidad de cada individuo para proponer planes de negocio dirigidos a satisfacer al consumidor en competencia con los planes de negocio de otros individuos– desaparece por entero cuando la remuneración de cada línea productiva no la fijan los consumidores sino el Estado.
Lo que Keynes realmente propone es algo parecido a una economía fascista, donde el Estado –a través de federaciones sectoriales de producción, sometidas y coordinadas por el Gobierno– fija precios, costes, cuotas de producción y condiciones de empleo en los distintos sectores industriales. En las economías fascistas, en consonancia con la propuesta de Keynes, la propiedad privada de los medios de producción se mantiene nominalmente, convirtiendo a sus poseedores en auténticos rentistas que viven a costa del resto de la sociedad; pero en ellas no existe auténtica libertad para que los factores se redistribuyan según las preferencias finales de los consumidores, los cuales dejan de ser agentes activos en la determinación de la estructura productiva para convertirse en meros espectadores pasivos.
Es cierto que Keynes, en el último capítulo de su obra, reniega de los Estados autoritarios como el fascismo. Sin embargo, es difícil imaginar un gobierno con poderes tan amplios como los que él pretende otorgar (altos impuestos y gasto público, nacionalización de la inversión, monopolios públicos, monopolios privados con rentabilidades garantizadas por el Estado, control absoluto de la política monetaria y posibilidad de monetizar la deuda pública y privada, penalización del atesoramiento, abolición de la herencia...) que no sea un gobierno autoritario, aun cuando resulte elegido democráticamente. De hecho, el propio inglés, en el prólogo a la edición alemana de la Teoría general, publicada durante el régimen totalitario del nazismo, reconoció lo que nosotros estamos poniendo de manifiesto: que su política económica es mucho más compatible con los Estados totalitarios que con una genuina libertad de mercado:
Tengo que confesar que una buena parte de este libro está inspirado y pensado fundamentalmente de acuerdo con las condiciones existentes en los países anglosajones. Sin embargo, la teoría de una producción agregada, que es lo que este libro trata de proporcionar, se adapta con mucha más facilidad a las condiciones que se dan en un Estado totalitario de lo que lo hace la teoría de la producción y de la distribución de una determinada cantidad de bienes bajo criterios de libre competencia y laissez faire.
En definitiva, el sistema keynesiano, en caso de aplicarse hasta sus últimas consecuencias, no sólo nos condenaría a la extrema pobreza, también a la completa pérdida de nuestras libertades. Dos caras de la misma moneda que Keynes se esforzó en disociar para poder justificar un incremento sin parangón del intervencionismo estatal que enterrara el próspero sistema de libertades que antecedió a la Primera Guerra Mundial... y todo ello apelando engañosamente a la prosperidad y a la libertad.


[1] El primero defendió el "crédito gratuito" sin interés, para cuya provisión incluso llegó a crear un Banco Popular que indefectiblemente terminó quebrando. El segundo, alto jerarca nazi, escribió en 1919 el manifiesto favorable a "Romper la esclavitud del interés".